El desafío independentista

Por San Miguel

La Razón
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Toca hoy desintoxicarse de Cataluña, si me lo permiten. Los membrillos del jardín están ya dorados, señal de que hemos entrado en el veranillo de San Miguel. Con la primera lluvia, en los montes de Soria, vestidos de cobre y oro, aparecerán los «migueletes» y, pronto, asomarán los rojizos níscalos en el pinar bajo la hojarasca húmeda. La alfombra verde del gayubar presentará su alarde de frutos rojos, y con el buen tempero se iniciará la siembra en la barbechera. Por San Miguel empieza la otoñada y el año agrícola.

En la amarga posguerra del hambre y el racionamiento era el tiempo de renovar los aperos de labranza, de herrar las caballerías, de pasar las rejas por la fragua y de acudir a la feria de ganado. Por San Miguel se ajustaban los pastores y se contrataban las niñas-criada, al cumplir, los unos y las otras, catorce años, la edad de dejar la escuela. Al pastor le correspondía cena caliente en casa del amo y la merienda en el zurrón para todo el día: un trosquil de pan y una tajada de tocino o de queso, rara vez un tallo de chorizo o un tasajo de jamón o de cecina. No podía faltar la colodra para beber agua en las fuentes. El ajuste solía incluir la manta de cuadros y un cordero para la fiesta. El garrote se lo fabricaba él mismo, a navaja y hachuela, con una guía verde y derecha del monte.

Por San Miguel muchos pueblos de España están de fiesta. Hay innumerables iglesias dedicadas al primero de los siete arcángeles, el que manda las milicias celestiales y al que veneran, como un caso singular, judíos, moros y cristianos. El arcángel Miguel, que aparece en el retablo con la espada refulgente en la mano, capitanea la batalla contra Lucifer y los ángeles rebeldes y los vence al grito de «¿Quién como Dios?», que eso significa su nombre. Es el protector de Israel y patrono de la Sinagoga lo mismo que de la Iglesia universal.

Es, en resumidas cuentas, el responsable de defender a la humanidad, del demonio y del mal –debe de llevar tiempo en huelga–, y el encargado de tocar, cuando llegue la hora, la trompeta del Juicio Final. Que se sepa, a pesar de la endemoniada situación actual, aún no ha empezado el ensayo.