BM Atlético de Madrid

Porteros sin oda

La Razón
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No es rubio, ni tiene el porte de Platko, aquel portero húngaro del Barcelona que despertó tal devoción en Rafael Alberti que le dedicó una oda. «Ni el mar ni el viento, Platko, /rubio Platko de sangre,/ guardameta en el polvo,/ pararrayos». En cambio Keylor Navas, en las antípodas de aquel «oso» idealizado por el poeta gaditano, no tiene quien le escriba. Ya no hace milagros, que en la liturgia del fútbol es la medida que justiprecia a los cancerberos.

Con la lesión, el meta costarricense perdió, además de tiempo de recuperación, inspiración, confianza, reflejos, ángel. Reapareció con dos despejes que pusieron los pelos de punta a los seguidores y no termina de encontrarse. Ha perdido el sitio, como le ocurrió en el tanto de la victoria del Sevilla en el Sánchez Pizjuán. Su titularidad empieza a ser cuestionada, asombran sus desajustes y Kiko Casilla, portero de Copa, parece que ofrece más garantías que él, acaso porque se le exige menos. Desde que le fichó el Madrid procedente del Espanyol, sabe que la suplencia sería su destino. Cartas marcadas. Que estaría a la sombra de Navas o a la de David de Gea, el fichaje frustrado por un fax. Tampoco ignora el costarricense que su situación es delicada, que está en el campeón de Europa de chiripa y que el viento arrastra, desde los confines de la Premier, los nombres de Courtois y De Gea al Bernabéu. El Atlético preferiría que el Madrid eligiera a David, porque así cobraría el 5 por ciento de ese traspaso que Mourinho no permite.

Zidane defiende a Keylor mientras Casilla, otro portero sin oda, intenta ofrecer la mejor versión de lo que se espera de un meta. La portería no se le cae encima, sale, no canta; pero no hace milagros cuando los compañeros le venden, de ahí su adscripción a la reserva. De ahí la segunda derrota del Madrid, cuya continuidad en la Copa sugiere más dudas que Navas.