Restringido

Portugal y los perdedores

La Razón
La RazónLa Razón

La economía portuguesa es una de las más frágiles de la Eurozona. Mantiene un déficit comercial cercano a los 700 millones de euros, fiscal de más del 4% del PIB y un desempleo del 11,9%. El Gobierno conservador había conseguido que el país recuperase la senda del crecimiento y que se corrigiesen parte de los desequilibrios. Y en eso llegó la coalición de perdedores. Una unión entre partidos socialistas, radicales y comunistas se unía para desbancar al partido conservador, ganador de las elecciones. El mensaje era sencillo, efectivo y populista. «Acabar con la austeridad», decían. Muchas «políticas sociales». Los primeros meses de ese Gobierno de coalición de perdedores no han podido ser más decepcionantes. Muestran la realidad de las falsas promesas del populismo. Llegaron criticando los ajustes del Gobierno conservador de Passos Coelho y lo que han dado a sus votantes es más recortes y peores expectativas de crecimiento. Lo primero que han hecho ha sido subir los impuestos a todos, en especial los indirectos. El ataque a los ciudadanos ha sido de órdago, con impuestos al tabaco, transacciones, alimentación, alcohol y gasolinas. El «atraco» fiscal aprobado por Antonio Costa y su «coalición anti austeridad» es de unos 400 millones de euros y se concentra en impuestos indirectos, que siempre perjudican más a los ciudadanos de menor renta. En el caso de los carburantes, la tasa será de 6-7 céntimos por litro, frente a los 4-5 que tanto habían criticado en campaña. Es una ironía que dicha coalición «antiausteridad» haya aprobado un recorte en los presupuestos de 850 millones de euros y que probablemente lleguen a 1.000 millones. ¿Exigencias de la Troika? Para nada. El Gobierno podría haber evitado el atraco fiscal y de recortes a todos sólo con renunciar al aumento de salarios públicos. Todo el resto de ciudadanos portugueses sufrirán por ello. La primera decisión de importancia económica, decidir sobre el futuro de Novobanco, ha mostrado la debilidad de la coalición. El Gobierno socialista tuvo que acudir al apoyo del centro derecha ante la negativa de sus propios socios de buscar una solución que no hundiese a los depositantes. Portugal, como lo hizo Grecia antes, nos muestra la falacia de las promesas del populismo y la hipocresía de sus líderes, que prefieren asaltar el bolsillo de los ciudadanos antes que moderar el gasto. Si en España se replica, ocurrirá lo mismo.