Cástor Díaz Barrado

Posición irreconciliable

La Razón
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La decisión adoptada por las autoridades de Riad de ejecutar al clérigo chiíta Nimr Baqr al Nimr ha provocado un cúmulo de reacciones en diversos países de tradición musulmana y ha enconado, aún más, las posiciones que mantienen las comunidades sunitas y chiítas hasta el punto de hacerlas, en este momento, irreconciliables. El comportamiento de Arabia Saudí debe rechazarse, al menos, por dos razones y desde nuestra perspectiva occidental y europea: Ante todo, porque la aplicación de la pena de muerte es contraria a los valores y principios de Europa y es un comportamiento que hay que erradicar en aquellos países que todavía no han procedido a su abolición. El reconocimiento de la pena de muerte se ha configurado, con el tiempo, como una violación de los derechos humanos por parte de muchos estados del planeta. No se puede decir, infortunadamente, que Arabia Saudí sea un país que respete los derechos humanos. Por el contrario, se trata de un Estado en el que la ausencia de la democracia y la falta de respeto a los derechos humanos se han constituido en señas de su identidad. La aplicación de la pena de muerte viene a sumar un componente más a la política saudí contraria a los principios en materia de derechos humanos. Pero, la ejecución del clérigo chiíta ha avivado el enfrentamiento en la zona del Próximo Oriente y ha generado que se exprese, con toda nitidez, el conflicto entre Irán y Arabia Saudí. El asalto a la embajada saudí en Teherán no sólo es reprobable sino que atenta contra los principios esenciales de las relaciones diplomáticas, pero revela que la decisión de las autoridades saudíes ha acrecentado el odio entre las comunidades musulmanas. Recomponer la situación será sumamente difícil y se necesitará mucho tiempo para que las autoridades iraníes y sauditas lleguen a cooperar en sus relaciones bilaterales. En todo caso, Occidente debe reflexionar sobre la intensidad de sus alianzas en esta zona del planeta e insistir, sobremanera, en la defensa de principios como la democracia y el respeto de los derechos humanos.