Educación
Preguntar para saber
Las preguntas pueden ser pertinentes e impertinentes dependiendo del contexto en el que se preguntan. Obviamente, uno siempre puede acogerse al «No sabe, no contesta». Para conocer el estado de algo, hay que preguntar. ¿Sabemos la realidad de la enseñanza en España? ¿Tienen todos los niños las mismas oportunidades de partida? ¿Qué factores tienen más relevancia a la hora de evaluar el rendimiento escolar?
Los americanos hace ya tiempo que analizan si influye o no el origen social o el estatus socioeconómico y/o es determinista en el éxito o fracaso escolar.
Si un niño desde pequeño vive rodeado de libros y ve leer a los padres, si se le inculca el amor por el aprender, tendrá una actitud muy diferente a la de ese otro cuyos padres pasan de los libros; el tenerlos o no en casa no es directamente proporcional al nivel socioeconómico.
A veces, los que menos ricos son los que más gastan en libros. La compra tiene que ver con una impronta personal y una inquietud por alimentar la sed de saber. Y, eso no lo da el dinero, viene con uno. Obviamente, puede –y, se debe– fomentar el gusto por el aprendizaje. Actualmente, entre hacer deberes al volver del cole, ver la tele y jugar con la maquinita, se dedica poco tiempo a leer y/o a usar la creatividad innata para idear juegos, inventar escenarios, como antaño se hacía. Niños y adolescentes tienen más información que otrora.
Ahora bien, ¿saben más? ¿Son más inteligentes? ¿Están mejor preparados? Los cuestionarios en Sociología se usan para tomarle el pulso a un tema. El conocimiento, al poder. Preguntar para poder mejorar.
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