Cástor Díaz Barrado

Preocupados por Turquía

La Razón
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Desde hace algún tiempo, vienen aconteciendo en Turquía una serie de hechos que podrían provocar la desestabilización en este país. Turquía se configura como un país fundamental para la Unión Europea y, también, para la defensa de las posiciones occidentales en su conjunto. Más allá de las consecuencias del golpe de estado que tuvo lugar hace unos meses, los recientes atentados que se han producido en el país otomano introducen muchos elementos de preocupación. El terrorismo internacional ha puesto sus ojos en Turquía y, ello, podría producir, entre otras muchas consecuencias, la asunción de posiciones por parte del gobierno de Erdogan que no fueran compartidas por sus socios. A pesar de todas las reticencias y resistencias, sigo pensando que el ingreso de Turquía en la Unión Europea traería muchos más beneficios que perjuicios. No sólo para la UE y sus estados miembros sino, también, para la sociedad turca y para la estabilidad y seguridad internacionales. Por de pronto, hay que alejar la posibilidad de que en Turquía se restablezca la pena de muerte, lo que supondría un duro golpe para el sistema de protección de los derechos humanos en Europa y debilitaría, sobremanera, la ingente labor que el Consejo de Europa viene realizando en esta materia en la región. Asimismo, el ingreso de Turquía en la UE ayudaría, con intensidad, a reforzar el sistema democrático y a desterrar las tendencias autoritarias que, en ocasiones, se advierten. Mucho más allá de los efectos económicos, tanto para este país como para los miembros de la Unión, lo que más preocupa, en la actualidad, es que en Turquía recorra, con solidez, la senda de la democracia y el respeto de los derechos humanos. Por si fuera poco, en el marco de la UE, se podrían encontrar soluciones a la cuestión kurda y, con ello, poner término a uno de los principales asuntos que más inquietan a las autoridades de Ankara y que, también, está en la agenda, aunque muchas veces latente, de la comunidad internacional. Turquía precisa de una oportunidad. De no ser así, podríamos entrar en el terreno de las lamentaciones.