Alfonso Merlos
Proteger y no atacar
Es lo más elemental. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado tienen como misión proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades de los españoles, y garantizar la seguridad ciudadana. Es a lo que se dedican, con denuedo y profesionalidad, sirviendo al bien común. Y de esta esencia que algunos parecen olvidar derivan sus principios básicos de actuación.
La imputación de este grupo de agentes de la Guardia Civil tiene un lado positivo. Los tribunales de justicia –independientes ante todo– han de cumplir con su misión de investigar las faltas o delitos sobre los que tengan indicios fundados; incluso cuando quienes eventualmente los perpetran son –¡respetemos la presunción de inocencia!– una minoría dentro de una de las instituciones públicas más valoradas, como es la Benemérita. Así es y así debe seguir siendo.
Ahora bien, no podemos ignorar que nadie como quienes visten uniforme gris-verde salva tantas vidas en la frontera con Marruecos, ni trata de forma más humana a los inmigrantes (la comida, la bebida, la ropa, las mantas, el respeto). ¡Nadie! ¿Tan frágil es nuestra memoria? Ahí están: cuando hay avalanchas, cuando se ven desbordados, cuando son amenazados pudiendo terminar heridos o peor. Firmes y cumpliendo con su tarea, de forma consistente pero dando un trato digno a quienes como seres humanos lo merecen.
Será superfluo que se lo explique a los ahora imputados un juez o un fiscal. Saben que están obligados a observar estrictamente las normas sobre el uso legítimo de la fuerza teniendo presente el respeto a la integridad física y moral de la persona. Pero también saben que tienen el derecho y el deber de defender España de acuerdo con lo previsto en la legislación orgánica de defensa nacional. ¿Nos enteramos?
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