Alfonso Ussía
«Publi»
Un tal León de Aranoa ha realizado un publirreportaje de dos horas de duración con Pablo Iglesias de protagonista. No podré asistir a su estreno y mucho lo lamento. Se trata de un reportaje serio y concienzudo, en el que no se menciona ni a Irak, ni a Venezuela, ni a Chávez, ni a Maduro, ni a los presos políticos del régimen bolivariano. El realizador, León de Aranoa, que ignoro si así se llama o se esconde tras ese bello seudónimo felino, no ha querido molestar a Iglesias, obviando todo aquello que pudiera herir sus sentimientos. Más o menos como Jürgen Von Whestalien, afamado cineasta nazi que se ocupó de entrevistar a Himmler en plena zapatiesta mundial.
Le preguntó por su familia, por sus aficiones, por su amor a los perros, por su conocimiento de la naturaleza y nos mostró a un Himmler sonriente y amable mientras paseaba por un parque de Berlín. Von Whestalien tampoco era partidario de molestar a su héroe, y no le preguntó por Mathausen, Treblinka, Auschwitz, Birkenau ni demás instalaciones a su cargo. Es lo que se llama «cine comprometido».
Se ha sabido posteriormente que el guión del publirreportaje de León de Aranoa es de Juan Carlos Monedero. Es decir, que Aranoa se ha buscado un guionista imparcial para callar la boca a los malintencionados de siempre. Un publirreportaje de ciento veinte minutos cuesta bastante dinero, pero tampoco se hace mención a tan innecesaria menudencia. Al que sí se menciona con admiración por parte de Pablo Iglesias es a Lenin, lo cual es admirable, por cuanto Pablo Iglesias se ha cansado de decir y repetir que no es comunista. Es un publirreportaje de amor a la gente, de miradas sonrientes, de flores en el parque y de niños soltando globos en las verdes praderas junto al río. Un publirreportaje interesantísimo.
¿Merecerá un Goya en la próxima edición de los prestigiosos premios? Probablemente sí. Un Goya nuevo, el Goya al Mejor Publirreportaje, que es un Goya que se echa de menos. Lo dijo John Ford cuando se enteró de que en España se concedían unos premios cinematográficos mucho más importantes que los Oscar de Hollywood. «Los Goya son unos grandes premios, pero les falta el del mejor publirreportaje». De ahí que León de Aranoa, sea nombre o seudónimo, se ha apresurado a filmar el de Pablo Iglesias para no tener que competir con otros de menor calidad. Porque un publirreportaje de dos horas con Pablo Iglesias de protagonista, en el que no se habla de Chávez, de Maduro, de los presos, del dinero de Venezuela y de las ejecuciones en Irak de los homosexuales tiene que ser buenísimo. Hay que poseer una gran visión de la realidad y una independencia ideológica a prueba de bomba.
Amén de una luminosa imaginación. Porque llenar dos horas con Pablo Iglesias sin rozar esos asuntos tan escabrosos y desagradables tiene mérito. Lo de las miradas de amor y el cariño a la gente no da mucho de sí. Apenas cinco minutos. Tampoco se habla de los imputados y los condenados de Podemos, porque de hacerlo, el publirreportaje se convertiría en una impertinencia, y León de Aranoa no es un impertinente, faltaría más. Ni se recuerdan los pensamientos de Iglesias en mensajes escritos o grabaciones. Su gozo al contemplar cómo los policías son apaleados por los manifestantes, su repugnancia cuando ve una Bandera de España, o su alegría desbordada y desbordante cuando se refiere a la libertad de Otegui, ese hombre de paz. Todo ello lo ha obviado León de Aranoa para contribuir al buen rollo de la ciudadanía. Y ha hecho bien. De lo que se trataba era de producir un publirreportaje de Podemos con Monedero de guionista y Pablo Iglesias de actor principal. Y lo ha cumplido. Ahora, a por el Goya.
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