César Lumbreras
Pujol y Andorrra
Podemos definir la buena suerte como estar en el sitio justo, en el momento oportuno, y la mala suerte, como encontrarse en el lugar inadecuado, en el instante equivocado. Pues bien, Pujol ha estado muchos años dentro de los afortunados incluidos en el primer grupo, pero, de un tiempo a esta parte, parece como si los astros se hubiesen conjurado en su contra. El último ejemplo viene desde Andorra. A fecha de hoy me caben pocas dudas de la colaboración de las autoridades de este microestado con las españolas en lo que bien podría denominarse «asunto Pujol». Además de otras razones, hay una fundamental para realizar esta afirmación: se trata del proceso de negociación con la UE para mantener los beneficios arancelarios de los que goza Andorra en sus importaciones de productos agroalimentarios de países terceros. Sin entrar en muchos detalles, en estos momentos la UE renegocia los Acuerdos de Asociación existentes con lo que llaman los tres microestados europeos: Mónaco, San Marino y Andorra. En el caso de este último, el país miembro que parte el bacalao es España. Para mantener su Producto Interior Bruto, en el que la fabricación de tabaco es clave, los andorranos necesitan que continúe el marco arancelario actual para sus importaciones de esta mercancía, lo que les permite fabricar cigarrillos a costes inferiores a los de la UE y poder venderlos a precios más bajos. Ahí se va a hacer lo que diga España. Por este motivo, las autoridades andorranas tendrán muy en cuenta los deseos del Gobierno de Madrid, aunque no sean de su agrado. Al final, están enfrentados el «lobby» bancario y el del tabaco de este microestado, con el «asunto Pujol» de fondo y Madrid acechando.
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