María José Navarro
Qué arte
En ARCO, importante feria de arte moderno que se celebra estos días en Madrid, una escultura valorada en 55.000 euros ni más ni menos ha caído al suelo y ha quedado cual churro. La pobre escultura, que representa un señor con rombos (descripción poco precisa pero es que no se me ocurre otra) estaba en zona de paso de los visitantes y se ve que alguien, probablemente girándose para preguntar dónde está el bar, chocó con ella y la tiró. Este episodio será sin duda utilizado por numerosos detractores del arte moderno para hacer chanzas, aunque es seguro que casi nadie la haya visto en persona. No seré yo, esta vez, quien se sume a esta clásica tendencia patria, sino que lo traigo a colación para señalar que el accidente ha puesto de relieve otra tradición muy nuestra: preguntado el respetable por quién había sido el responsable, no había sido nadie. «A ver, ¿quién ha sido?», preguntó el galerista y sólo escuchó a gente silbando y mirando al techo, e incluso a alguien entonando aquello tan de Miliki del «naniano naniano». Se ve que el personal está interesadísimo en el arte moderno, pero cuando rompe algo en lo primero que piensan es en cuánto será la broma de la reparación, esto es, lo mismo que todo el mundo, incluido Montoro. En la misma feria sí se ha vendido una obra de las que mueven más al chiste que a la reflexión sobre la responsabilidad: una pared con un agujero como el de la casa de Pixie y Dixie. Por los planos del boquete se han pagado 100.000 euros, y el Gato Jinkx de eso no ve un duro. Mardito roedore...
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