César Lumbreras

¡Que lo estudien!

La Razón
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La delegación española ha pedido a la Comisión Europea que los estudios de impacto que sus servicios están realizando sobre las consecuencias de los acuerdos comerciales que ha firmado la UE, o que está negociando, con países terceros se amplíen también a las producciones mediterráneas, como las frutas y hortalizas, principalmente los cítricos, el vino y el aceite de oliva.

Hasta ahora, los estudios de impacto se han concentrado solamente en algunos sectores continentales, como los cereales y la carne de vacuno. Se trata de una petición lógica y llena de sentido común. No obstante, su utilidad es bastante cuestionable a la vista de la metodología que se ha empleado en los estudios llevados a cabo y que se analizaron durante la última reunión del Consejo Agrícola celebrada hace una semana en Bruselas. Varios de los ministros fueron muy críticos con el sistema que se ha utilizado. La duda ahora es optar entre no tener nada o un informe malo.

En cualquier caso, salta a la vista que la negociación de acuerdos comerciales con países terceros debe respetar varias premisas. La primera, que el principio de la preferencia comunitaria es sagrado. La segunda, que se deben mantener para las mercancías que vienen de fuera las mismas exigencias que para las producidas en la UE, cosa que no siempre sucede, y la tercera, muy unida a la anterior, que es necesario vigilar los métodos de producción que utilizan esos países terceros para que sean compatibles con los de aquí, porque, en caso contrario, los agricultores y ganaderos comunitarios estarían en inferioridad de condiciones. ¿Parece de sentido común, no? Pues a ver si hay suerte y lo entienden en Bruselas.