Alfonso Ussía

Que se televise

«Televisar en directo» es ya oración en desuso. Se decía mucho en los principios de la televisión. Recuerdo un gran dibujo que ganó el premio «Paleta Agromán», que era como el «Oscar» de los dibujantes españoles. Una obra descomunal en una calle céntrica. Grúas, camiones, volquetes, carretillas, elevadores... En Madrid, los viandantes del pasado siglo eran muy aficionados a detenerse ante las obras e invertir horas y horas siguiendo los avances de las mismas. En aquel dibujo sólo seguían los pormenores de aquella magna construcción dos personas. Un padre y su hijo. Y el niño, extrañado, le comentó al padre su inquietud por tan reducida expectación ciudadana. El padre reparó en un detalle y tranquilizó a su retoño: «Hoy ha venido poca gente a la obra porque la televisan». Y efectivamente, ahí estaba un Equipo Móvil de TVE, que de esa manera eran conocidos.

Ridícula sesión en la Eurocámara para escuchar las alegaciones a la reforma española del aborto. Lógica la desidia ante esta convocatoria de nuestras izquierdas, sencillamente explicada por el vicepresidente de la Comisión Europea, Siim Kallas: «La Unión Europea no tiene competencias en políticas de aborto, y por tanto, no puede interferir en las decisiones nacionales en ese ámbito». Hay que ser tarugos para montar un tinglado en un ámbito que carece de competencias al respecto, pero España y yo somos así, señora.

La fotografía del Pleno de la Eurocámara habría inducido a Luis Maria Anson, en su viejo «ABC», a redactar un pie de foto en estos términos: «Gran éxito de escaños vacíos en la Eurocámara durante el debate del aborto». En verdad, que fueron cuatro monos, escrito sea con respeto a la frase hecha y no a la pertenencia de los escasos diputados presentes a una subespecie de chimpancés.

El momento culminante, que ha quedado plasmado para la Historia de la Humanidad, lo protagonizó el eurodiputado comunista español Willy Meyer. Meyer, conocido en los pasillos del PCE como «el pelmazo de Willy», lleva más de un decenio dedicado a la política europea. Exhibió un cartel durante la absurda sesión. Un rectángulo morado con el siguiente mensaje impreso en letras blancas: «Nosotras parimos, nosotras decidimos». Contrastaba la filosofía del mensaje con el aspecto de Willy Meyer, que lucía bigote y barba, como es obligatorio para representar a la izquierda española. Bigote, barba, camisa abierta y traje negro. Le faltó la bufanda palestina, de muy discutible utilidad en la Eurocámára por su magnífico sistema de calefacción. No obstante, se adivinaba a distancia que su ropa oficial de izquierdas era buena y de marca, como la que usaban las estrellas de la SER en tiempos del Gobierno de Aznar y la guerra de Irak. Los uniformes tienen esa ventaja. No mienten y el detalle de usarlos es muy de agradecer. Como el champú, que no lo usan, pero algún día también habrá champú de izquierdas, faltaría más.

Me he escapado por las ramas y abandonado el tronco de este comentario. El cartel exhibido por Willy Meyer en la Eurocámara. «Nosotras parimos, nosotras decidimos». Se repartió otro modelo, «Solidaridad con las mujeres españolas», que mostraban los eurodiputados varones. Willy se ofreció a mojarse del todo, y se puso en la piel de la mujer, lo cual es loable. «Nosotras parimos, nosotras decidimos». Si Willy Meyer es consecuente y decide parir, lo menos que podemos pedir a La Sexta es que televise el parto en directo. Será interesante. Me he divertido escribiendo esto. La convocatoria, un chasco. Buenos días a todos.