Julián Redondo

Que vienen los adivinos

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Brasil juega en casa y los brasileños se sienten favoritos. La Copa Confederaciones les da la razón; aunque en ocasiones la consideración arbitral sea insuficiente para ganar un campeonato del mundo. Ejemplo, España en 1982. Pelé no oculta el temor que le produce «La Roja»; Del Bosque no renuncia a la condición de favoritos, que no es lo mismo que campeones. No ha necesitado mirar a los ojos de los jugadores para admitir que un segundo Mundial consecutivo es tan difícil como escalar en un mes y sin oxígeno el Everest, el K-2 y el Kanchenjunga. Pero eso no es una rendición ni una retirada ni una renuncia; se trata de asumir sin traumas ni paliativos lo que las estadísticas y el palmarés imponen

Tampoco Goldman Sachs, grupo estadounidense de banca e inversión de los más importantes del mundo, cree que España vaya a repetir el éxito de Suráfrica. Ha reunido a un grupo de expertos, que después de sumar dos más dos han deducido lo que secularmente la historia dispone: que una nueva hazaña española es prácticamente imposible. Los de Goldman Sachs, sujetos activos en la crisis de 2008, han echado cuentas y vaticinan una final Brasil-Argentina que coronará campeón por sexta vez a la «canarinha», vencedora por 3-1. Y añaden que los españoles perderán en semifinales por penaltis con los argentinos... Es difícil imaginar que cualquiera de estos tres arqueros, Romero, Andújar u Orión, sea más fiable que Casillas, Reina o De Gea en una tanda de penaltis. Tiempo de adivinos, augures y nigromantes.