Ely del Valle

Quien por votos mata...

Pese a haberse convertido en una gota malaya dispuesta a reclutarnos a todos para su causa por puro agotamiento, Artur Mas y su matraca secesionista no son los únicos problemas que tiene hoy sobre la mesa Mariano Rajoy. Este domingo, miles de personas han salido a la calle para exigirle que no aparque el proyecto de la reforma de la ley del aborto. El asunto no es ninguna tontería porque en este caso quienes sacaron a pasear las pancartas acusándole de traidor a la causa no eran votantes del PSOE, ni «espontáneos» del 15-M, ni sindicalistas cabreados, ni seguidores de Podemos... Eran los suyos, los que a pesar de haber aguantado estoicamente la poda a destajo de otras promesas electorales estaban dispuestos a seguir eligiendo la papeleta de su partido en las próximas citas con las urnas. A Rajoy sus incondicionales se le levantan en armas amenazándole con dejarle más solo que un farero o, en el mejor de los casos, en la incierta compañía de esos supuestos votos que según su incombustible asesor en la sombra le va a arañar al centro izquierda por el simple hecho de decir Diego donde en su día dijo digo.

No se sabe todavía si la torpeza de dar marcha atrás es mayor que la de haber puesto fecha a la polémica reforma sin medir las consecuencias o viceversa. De lo que no cabe duda es que justificar el incumplimiento de una promesa electoral alegando la búsqueda de un consenso imposible cuando ya ha calado en la opinión pública que la verdadera causa está en los sondeos que maneja Arriola, suena a tomadura de pelo. Y prueba de ello es que hay un número importante de electores que han salido a la calle para decirle al Gobierno que quien por votos mata, a votos se arriesga a morir. Un auténtico marrón, oigan.