Elecciones generales
«Quizás, Quizás, Quizás...»
«Si hay que ir se va», apuntaba ayer un destacado portavoz de Ciudadanos una vez confirmada para la tarde de mañana la reunión a tres junto a socialistas y Podemos. La frase no puede ser más sintomática de las escasas posibilidades de éxito en el encuentro y de la nula fe de las partes obstinadas en que «el otro debe cambiar» mientras no despegan la nariz de los perversos datos de la demoscopia. La reunión de mañana puede hacer saltar a uno de los tres y el que cuenta con más posibilidades es precisamente el partido de Rivera, pero eso no deja abierta necesariamente la inevitable vía de la repetición electoral contra la que crecen no pocos elementos de peso.
Decía Luis Aragonés que una de las peores sensaciones que se experimentan en el mundo del fútbol es esa «cara de tonto» que se te queda cuando habiendo manejado el partido en todos sus factores previsibles lo acabas perdiendo en el último minuto y de penalti injusto. Lo que apuntaba el «sabio de Hortaleza» podría tener bastante que ver –lo comprobaremos probablemente no más allá del 23 de este mes de abril– con la muy parecida cara que se les puede quedar a quienes contemplan lo inevitable de esa eventual nueva cita con las urnas descartando –excluido Ciudadanos– el acuerdo de las izquierdas y alguna «amistad peligrosa». Esos elementos de peso como ingredientes de un plato que, salpimentado con un poco de «Tinell» por aquí, un poco de «cordón sanitario» por allá y un mucho de temor a la noche del «26-J» no son menores. De entrada están los recientes sondeos apuntando un ascenso en la suma de populares y Ciudadanos frente al descenso de las izquierdas. Encuestas que no en vano levantan ampollas en Moncloa y en Génova-13, ante el hecho de que precisamente los que crecen en la demoscopia carecen de la llave del adelanto electoral.
Más variantes. Si tras nuevos comicios el mapa parlamentario fuese, no obstante, similar al actual, Sánchez ya no tendría la misma capacidad para despreciar el que sería un nuevo y probablemente más factible pacto de gran coalición. Ese otro panorama post «26-J» tampoco hace dar saltos de alegría a una izquierda todavía hoy en fase de tanteo. Miremos ahora a Podemos y su recién celebrado Consejo Ciudadano –porque en el PSOE su último Comité Federal ya se encargaba de decolorar líneas rojas–: casi cuatrocientos mil «inscritos» tendrían la última palabra para bendecir o no un posible pacto. Lo que salga apunta a una inmensa mayoría proclive a echar al PP e Iglesias lo sabe. Ni siquiera serán necesarios –ya saben– empates a 1.515.
Alguno de los negociadores socialistas, Serrano, Sevilla y Ares, puede que, tras el encuentro de mañana, den un paso atrás cumplido su cometido de acercamiento a Ciudadanos en detrimento de Podemos. Son los nombres que Rubalcaba y Felipe le colocaron a Sánchez para mantener lejos a Podemos y a cambio de frenar las ínfulas de Susana Díaz. Pero hoy el cuento ya es otro. ¿Elecciones? Ya lo decía Nat King Cole...
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