Iñaki Zaragüeta

Rajoy y Rivera han movido ficha

La Razón
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Mariano Rajoy, como estaba previsto, tiene vía libre para negociar con Ciudadanos. A la vez, dejó ayer muy clara su actitud para dialogar con Pedro Sánchez. Nada cabe reprocharle, pues, a su espíritu democrático ante el escenario actual de la política española. Él y Albert Rivera han movido ficha. Ahora, por más que le pese, le toca al PSOE. Tanto es así, que la culpabilidad de unas terceras elecciones recaería sobre Sánchez y el PSOE. Con un agravante, serían las víctimas de esa situación surrealista. Ellos no pueden eludir la contradicción de su situación «negar el pan y la sal al PP; no estar dispuesto a una coalición con la izquierda radical, el comunismo y el separatismo; y no querer terceras elecciones». ¿Dónde está la coherencia?

Los otros dos grandes partidos constitucionalistas han avanzado con la vista en el servicio público. Con ello, C’s no renuncia a controlar a quien más españoles han dado su confianza ni tampoco a ejercer la oposición. No sirve, por tanto, la excusa de Sánchez y sus pretorianos, cada día más escasos, de que han sido elegidos para ser oposición. También lo han sido para actuar con coherencia y no erigirse en el tapón del desarrollo democrático e institucional. Winston Churchill dijo: «La democracia es el menos malo de los sistemas políticos», pero también afirmó: «La democracia es la necesidad de inclinarse de cuando en cuando ante la opinión de los demás».

Rajoy y su formación presentan unos resultados al alza (14 diputados más el 26-J que el 20-D). No puede decir lo mismo Sánchez, que se supera a sí mismo ahondando en los peores resultados socialistas desde el restablecimiento de la democracia. Lejos de hacer autocrítica, que le conduciría a la dimisión, se dispone a dinamitar los intereses generales de España, vinculados inexorablemente a la formación de un Gobierno.

Su futuro se presenta más viable ayudando a salir de este atasco que contraviniendo las leyes de la coherencia. Por si le sirve, debería recordar que Joaquín Almunia dimitió con bastantes más escaños que los obtenidos por él.

No quiero terminar estas líneas sin referir que Rita Barberá hizo ayer un nuevo favor al PP, uno más a lo largo de casi 40 años de militancia, al no asistir a la reunión de la Ejecutiva Nacional. Digo uno más, porque son muchos los proporcionados desde que ingresara en Alianza Popular como mililitante de base hasta sus 24 años como al alcaldesa de la tercera ciudad de España. A su partido y a sus respectivos presidentes, aportando un saco de votos valencianos para que Aznar fuera presidente y para que Rajoy, esta vez con Francisco Camps, continuara en su puesto como líder del partido tras la derrota en las elecciones de 2008. Aspecto, por cierto, que parecen olvidar algunos de los cachorros que ocupan puestos directivos de la organización, los mismos que, en lugar de defender a los suyos con la presunción de inocencia, se ocupan en echar gasolina al fuego y se adhieren a las peticiones de la oposición, la mayoría injustas. Así es la vida.