Política

Francisco Marhuenda

RbCb: problema sin solución

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En las bases y los cuadros del PSOE existe la convicción de que Rubalcaba no puede ser el número uno y que su papel es ser un dos o un tres. El desánimo es generalizado e incluso se teme que al final la marca quede tan hundida que sea imposible levantarla en muchos años. La muestra de la gravedad de la situación ha estado en el momento en que un diputado como Eduardo Madina dice que está pensando concurrir a unas primarias y se produce un tsunami en el partido. Ni siquiera confirmó que se iba a presentar. El primero que se puso nervioso fue Patxi López, que es el tapado de Rubalcaba, pero que se ha dado cuenta de que el actual secretario general sólo convocará primarias si no tiene otra salida. Hay que tener en cuenta que Felipe González y su generación consideran que son los propietarios del PSOE. Nada que ver con la presencia mediática que tuvo el ex presidente cuando Zapatero fue elegido secretario general y se sucedían las declaraciones públicas intentando marcar cuál tenía que ser el camino. Es muy significativo su silencio y el de Alfonso Guerra ante el pulso del PSC. El socialismo catalán plantea un protocolo que sería una ruptura y nadie dice nada. Es lógico que la situación actual provoque desconcierto e inquietud entre los militantes socialistas. Hay un gran desánimo que se refleja en las encuestas y, sobre todo, en la vida interna del partido. La encuesta de «El País» fue el detonante, porque el dato que no se publicó de la caída brutal de la intención de voto directo, con un PSOE en el 8% frente a IU en el 12%, provocó todas las alarmas.

La situación de Rubalcaba es insostenible, pero se equivocan los que piensen que dimitirá o convocará primarias. Cuando fue proclamado candidato hace dos años era el político mejor valorado de España. El paraguas de Zapatero era muy útil, pero curiosamente, en el momento en que pasó por fin a la primera fila, el sueño del eterno número dos ha ido cayendo hasta estar por debajo de Rajoy. A pesar de que Zapatero asumió la derrota como propia, no fue un balón de oxígeno, porque el retroceso ha sido permanente. En clave interna ha cometido errores importantes como hacer suyos los resultados de Andalucía y Asturias como si hubiera un cambio de ciclo para el PSOE, pero en Galicia y País Vasco optó por responder que «yo no me presentaba». Esto molestó a los militantes. El fracaso en el Debate del Estado de la Nación provocó un desánimo que se completó con la crisis de autoridad en los pulsos de Ponferrada, el PSC y los socialistas gallegos. El PSOE está sin liderazgo y sin proyecto.