Julián García Candau

Rebajas a directivos

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El deporte no debe ser actividad al margen de la sociedad civil y sus circunstancias. Si el país vive tiempo de restricciones, de todo tipo de recortes, era natural que lo mismo ocurriera en una faceta en la que no hay tanto en juego. Las esperanzas puestas en la obtención de la sede de los Juegos Olímpicos de 2020 para Madrid quizá habían hecho creer a los dirigentes del deporte nacional que se mantendrían las subvenciones y que incluso tras la participación en la cita olímpica de Londres se potenciarían.

Algunos directivos, aunque en voz baja, han lamentado que el dinero de este año sea inferior al del pasado. Seguramente, no cuentan con el dato inestimable de que había que cubrir mayor gasto por la participación en Londres. El deporte español no es una bicoca para algunos deportistas de élite. Algunos atletas se han quejado y han pretendido hacer frente común porque en casos muy destacados no son siquiera mileuristas. No es el caso del eterno presidente de la Federación Española de Atletismo, José María Odriozola, que, aunque se ha rebajado el sueldo, sigue percibiendo nómina de alto directivo de empresa. Tampoco lo es el caso del presidente de la Federación Española de Natación, que entre palas picos, palas y azadones se acerca a los 100.000 euros de salario anual. Mireia Belmonte, doble medallista en los Juegos de Londres, percibía algo más de 2.000 euros mensuales. El salario de Anna Tarrés, seleccionadora de las supercampeonas de natación sincronizada, tampoco se acercaba a lo que cobra el señor Carpena. Convendría la rebaja en los dirigentes.

Posdata. La crisis también afecta al fútbol. Habrá más ventas que compras.