Irene Villa

¿Reinsertados?

Una amiga decía en broma: «No me importaría pasar una temporada en la cárcel; no tienes que tomar decisiones, ni asumir responsabilidades, ni vivir bajo el estrés o la presión de compromisos y quehaceres, sería como un paréntesis, un tiempo a la sombra, reponiendo fuerzas». Me quedé atónita, pero es cierto que hay vidas entre rejas con más necesidades cubiertas que las de muchas personas. En esos modernos centros penitenciarios pueden relacionarse, instruirse, hacer deporte... Pero el principal objetivo es la reinserción: formar parte, cívicamente, de la sociedad contra la que un día atentaron. Eso es lo que más nos preocupa: que no vuelvan a repetir el horror, algo más necesario y vital que pedirnos perdón, porque si perdonamos, no es precisamente por ellos. Por supuesto que entiendo a quien no quiere perdonar porque le han arrebatado lo que más quería en la vida. Pienso en el padre de Fabio Moreno, aquel pequeño asesinado cuando yo aún ni conocía el alcance de las amputaciones, también en Consuelo Ordóñez... en los padres de Anabel, Desireé, Miriam, Antonia... una larga lista de asesinados, a cuyos asesinos se les adelanta la libertad repentina e inesperadamente, removiendo conciencias, abriendo heridas y desatando las más profundas repulsas. El dolor se recrudece cuando, justo en la semana por la eliminación de la violencia contra las mujeres, tenemos que ver salir a asesinos y violadores para gozar de la libertad que no tienen sus víctimas. Algunos dicen que fue una equivocación y que se arrepienten, pero lo que necesitamos es que salgan verdaderamente reinsertados y no hagan más daño.