Julián Redondo
«Relaxing, please»
Antonio Costa, alcalde de Lisboa, en su reciente visita a Madrid anticipó que la ciudad recibiría con los brazos abiertos a los miles de aficionados del Atleti y del Real, y añadió que en lugares emblemáticos de la capital portuguesa, como la Plaza del Comercio, el partido podría ser seguido en pantallas gigantes. Antes de cruzar la frontera, se cayó la prevista en la Puerta del Sol porque, como dijo Cristina Cifuentes, «no se puede reunir en el mismo sitio a la hinchada de River y de Boca». A penúltima hora, la UEFA y la policía lisboeta las han prohibido para evitar peleas entre los seguidores de ambos finalistas. Llegados a este punto, conviene recomendar prudencia, tranquilidad y «relaxing, please», parafraseando a Ana Botella. Por cierto, el café que recomendó en la Plaza Mayor podía haber sido colombiano sobresaliente de haber ganado Madrid, y no pasó de puro recuelo porque la mejor candidatura embarrancó en Buenos Aires. Sin embargo, quedó para la posteridad el «relaxing cup of café con leche» que el asesor Terrence Burns endilgó a la alcaldesa en ese hilarante discurso «pseudospanglish». La ocurrencia tenía miga desde el nacimiento de la frase porque la cafeína estimula y entre sus propiedades terapéuticas, si las tiene, no figura la relajante. Pero ése no es el asunto. Al margen de los «trending stupid» de turno, lo que interesa es si los entrenadores dejarán de jugar al gato y al ratón, si Ancelotti alineará la BBC –Bale, Benzema, Cristiano– o la CBI –Cristiano, Bale, Isco–; y en el caso de Simeone, si el estado físico de Diego Costa, tras la visita a la farmacéutica de Belgrado, y el de Arda Turan es compatible con una final de la Liga de Campeones. Y no hay más, once contra once en perfecto estado de revista porque así lo exigen el guión y el momento histórico; aficiones inflamadas –que no exploten– y el protagonismo de dos equipos madrileños, españoles, en la cima del fútbol mundial de clubes. Que no ardan las gasolineras, que no revienten los bares, que el vandalismo no asome en la carretera ni en las fuentes, sea cual fuere la ganadora o la perdedora, Cibeles o Neptuno. Así, pues, haya paz... Y que empiece el espectáculo.
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