Paloma Pedrero

Renacer

La Razón
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Casi todos los que hemos pasado por una experiencia cercana a la muerte, vivimos una transformación hermosísima en nuestra forma de sentir y actuar. Fundamentalmente aprendemos a amar, que es lo mismo que ejercitarse en disfrutar de la vida con todos los sentidos. A vivir el presente. A saber lo grande que es estar aquí; que amanezca y poder verlo es algo extraordinario; levantarse, prepararse un desayuno, vestirse guapo, salir a la calle, trabajar... Todo tiene de pronto un semblante mágico. Porque en realidad, vivir es mágico. La tres semanas que yo estuve luchando por sobrevivir en el Servicio de Reanimación, estuve muy despierta. De día y de noche. Dormir en un lugar en el que la luz es siempre igual, en el que tus compañeros de estancia están sedados, en que no se bebe ni se come, ni nada de nada, es francamente difícil, pero creo que yo no dormía por si acaso, porque mi estado de alerta era mi manera de agarrarme a la toalla y no soltar. Mientras velaba, mi ser imaginaba todo lo que haría al salir de allí. Me veía en cafés sentada al sol mirando a la gente, en paseos a la orilla del mar, en abrazos con amores, en saludos de escenarios llenos de luz. Me veía cocinando (cosa que no había hecho) y paseando un perro (que no tenía) Y riéndome de mí (algo que no sabía hacer). Cuando salí del hospital y vi la calle ya no era la misma. Ahora cocino, tengo perro y me río bastante de mí. Ahora soy consciente del privilegio que significa estar aquí. Y eso me hace más feliz y más buena. Hoy, nadie ni nada merece desprecio. Hoy tengo más que dar. Y os doy estas palabras a todos los que estáis pasando por una situación así de dura. Después todo es mejor. Renacer es un impulso lleno de justicia.