Política

Fernando de Haro

Represión

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Las conclusiones ya están listas. El simposio que esta semana organiza el Centro de Historia Contemporánea de Cataluña ya tiene preparado el resultado de los debates. Es conveniente no dejar estas cosas a la improvisación y no permitir que la discusión científica pueda estropear un final redondo. La complejidad es mejor dejarla para otro momento.

El título ya lo dice casi todo: «España contra Cataluña». Pero por si hubiera alguna duda, el folleto de presentación lo deja más claro: la palabra que explica todo lo sucedido en los tres últimos siglos es «represión». Represión cultural, militar, política y cultural del españolismo. Lo que cuenta es construir una nueva memoria de agravios, ampliada y corregida. Por eso no hay que preguntarse por los efectos positivos que tuvo la unificación de los mercados de Felipe V en el XVIII. Conviene no interrogarse por las causas de la modernización de los cultivos en la Cataluña de entonces, ni por la mejora de su comercio, ni tampoco por el desarrollo de ciudades como Mataró ni por el comienzo de la industrialización, sobre todo en el sector textil, ni por la aparición de una burguesía mercantil que consiguió en aquella época lo que antes se llamaba acumulación primaria del capital.Si la represión es la palabra clave será necesario reinterpretar el desarrollo de la Junta de Comercio, el impulso de la vida universitaria, el nacimiento de la Escuela de Náutica en 1770, de la de Nobles Artes en 1775 y así un largo etcétera. Ya puestos también se puede releer el XIX en términos de explotación. No importa que Madrid girara hacia el proteccionismo para ganarse a una Cataluña descontenta, siguiendo la recomendación del general Martínez Campos.

En realidad todo el desarrollo catalán es una herencia medieval, pero no nos hemos enterado. Si Castilla no se hubiera empeñado en promover una modernización centralista y enemiga de los grandes tesoros locales haría mucho tiempo que Cataluña estaría situada entre las dos o tres primeras potencias mundiales. Decididamente hay que celebrar un congreso para explicarlo. Es evidente que en este siglo XXI, cada vez más global, la mejor manera de competir es romper con los vínculos, ser lo más pequeño posible y emprender el retorno a un pasado que fue glorioso.