Enrique López
Repulsa y reflexión
De nuevo la zarpa del terrorismo yihadista ha vuelto a dejar su huella en Europa, dejando tras de sí las muertes de muchas personas y las que serán presumibles secuelas para otras muchas. Además, se produce un sentimiento de impotencia cuando en una sociedad civilizada, entregada al respeto de los derechos del ser humano, creyente en la ley y el orden, este tipo de desalmados ponen patas arriba nuestro modelo de convivencia, provocando miedo y terror en las gentes, además de darle aire a populistas xenófobos. En primer lugar, lo que se debe tener claro es que los únicos responsables de esta masacre son y serán siempre los que las perpetran y nadie más; resulta patético y sobre todo lacerante oír a algunos responsables políticos que este tipo de cruentos sucesos son consecuencia de lo que hemos sembrado, de tal modo que se atribuye a la propia sociedad europea en su conjunto la responsabilidad de lo ocurrido; en fin, hay frases que deben tener el mismo valor que los que las infieren, y esto nos tranquiliza. En segundo lugar, es un momento para la solidaridad con las víctimas, con los belgas, con todos a pesar de sus diferencias intestinas, es el momento de las frases de siempre, ataque a un modelo de convivencia democrática, a la libertad, etc. Pero también es el momento de la reflexión, sobre todo para las autoridades belgas, y por encima de todo, de la adopción de medidas que le den un giro radical al tratamiento del terrorismo y de su prevención en Bélgica. Los fallos de seguridad sistemáticos belgas son conocidos por todos los servicios de inteligencia europeos; la falta de adecuación de sus normas para la lucha contra el terrorismo, también; la superioridad y arrogancia de jueces y juristas belgas en alguna reunión a la que he asistido eran insoportables; denunciaban la limitación de los derechos fundamentales que en algunos países, incluyendo a España, se estaba produciendo, siendo contrarios según ellos, al derecho internacional, lo que demuestra una gran ignorancia. En tercer lugar, ha llegado el momento del sentido común y de la reflexión, momento en que, sin caer en las posturas populistas amparadas por sentimientos xenófobos, se genere una reflexión y propuesta de rápida trasformación de su legislación y de sus medidas sobre el tratamiento penal del terrorismo yihadista. La lucha contra este terrorismo requiere de una gran coordinación internacional, obligatoria en la UE, y sobre todo de los servicios de información y de seguridad nacional de cada uno de sus países miembros. Sin esta coordinación seremos pasto de estas víboras yihadistas, que utilizando y abusando de nuestro sistema de garantías y libertades acabarán arruinado precisamente esto último, las garantías y las libertades. Más atentados seguirán alimentando a los que quieren expulsiones y cierres de frontera, y acabarán ganando elecciones si las fuerzas democráticas con sentido común no dan más pasos en el fortalecimiento de las medidas necesarias para luchar contra el terrorismo. Esto exige un esfuerzo intelectual para hacer más eficaces las medidas de investigación y prevención, y sobre todo huir de falsos e ignorantes dogmas sobre el derecho penal internacional.
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