Alfonso Ussía
Roures y Pérez
Escribo con desánimo. Aplatanado. A nuestros hermanos canarios, por su medida cadencia en los movimientos y los hablares, les decimos los peninsulares «aplatanados». Ellos nos llaman godos, no cunda la alarma, que he escrito godos y no Godó. Guarden las lupas. El aplatanamiento no es exclusivo de los canarios. La decepción, el hastío y la impotencia también nos convierten en plátanos desvanecidos. Y hoy soy un godo –lean bien, godo y no Godó–, aplatanado.
Me dispongo a escribir un artículo. No voy a caer en la facilidad de hacerlo de la farsa catalana, aunque algo tenga que ver uno de los protagonistas. Me refiero a Roures, el multimillonario trotskista, el de Mediapro, Público, fundador de La Sexta e impulsor, estratega y colaborador fundamental en el Proceso independentista de Cataluña. Anfitrión de Junqueras y Pablo Iglesias, productor de un alto porcentaje del horario inmundo de TV3, detenido hace años acusado de colaborar con la ETA y demás delicias curriculares. Allá él con sus cosas, excepto con una. Roures tiene encomendada la explotación de la cadena de televisión del Real Madrid. Es entonces, cuando aparece Pérez. Florentino Pérez.
Si hay algo que no entiendo de los multimillonarios es el miedo y lo que se aburren. Ponen huevos en todas las cestas. Los amigos de los multimillonarios son también multimillonarios, hablan de dinero y se zampan unos tostones monumentales. Roures es multimillonario y Florentino Pérez también. En algún lugar se conocieron. Son muy diferentes. Roures es un millonario de la izquierda más radical, antiespañolista, golpista, independentista y podemita. Y Pérez es un millonario que ha triunfado en la empresa inmobiliaria y se desvincula del tostón presidiendo el Real Madrid. Está siendo un gran presidente del Real Madrid, con muchas más luces que sombras. De las últimas, la más negra, la menos perdonable, su amistad con el despreciable Roures. ¿Qué hace un comunista, independentista, golpista y podemita al frente de la cadena de televisión del Real Madrid? Enigmas que sólo se descifran encima de la boina. Lo explicaba, años atrás, el gran periodista Pepe Oneto: «El mundo se divide entre los que están en la planicie superior de la boina, los que intentan alcanzar el pitorro y el páramo, y los que estamos debajo de ella». Los de abajo, jamás sabremos los pactos, los mejunjes, las componendas, los negocios y las suciedades que se suceden encima de la boina, allá donde los poderosos campan y se enriquecen a sus anchas. No dan explicaciones.
El Real Madrid, que tan acertadamente preside Florentino Pérez, es el club de fútbol –no me olvido del baloncesto–, más importante del mundo. El más grande del siglo XX, según la FIFA. En sus 116 años de historia ha paseado por España, Europa y el mundo entero toda su grandeza. Sus socios, o lo que es igual, sus propietarios, no han intervenido en el acuerdo entre Florentino Pérez y el detestable independentista que hoy explota la cadena de televisión del Real Madrid. El acuerdo se formalizó encima de la inaccesible boina. Pero se me antoja vergonzoso que un tipo como Roures sea el encargado de los contenidos, la programación y la explotación de la cadena de televisión de un club insuperable, profundamente español y siempre orgulloso de representar a Madrid y Castilla cuando en España juega, y a España cuando lo hace fuera de nuestras fronteras.
Los acontecimientos de Cataluña obligan a Pérez replantear su sociedad con Roures, incomprensible a todas luces. De ahí mi desánimo aplatanado, mi melancolía de godo – no Godó–, entregado a la desesperanza.
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