Alfonso Ussía
Salud
Los primeros años de Antena-3 de Radio fueron apoteósicos. Manolo Martin-Ferrand, Santiago Amón, Antonio Herrero, Luis Herrero, en Deportes José María García, Garci, Orosa, Pumares, García-Pelayo, Cavero, y las niñas, casi becarias, Consuelo Sánchez Vicente, Consuelo Berlanga, Nieves Herrero y Salud Hernández-Mora. Esta última, con sus gafas y su retranca, trabajaba a las órdenes de Antonio Herrero y destacaba por una cualidad fabulosa. Decía todo lo que se le pasaba por la cabeza. Era la antítesis de la corrección política y la dueña de una ironía y una contundencia que la hacían destacar, a pesar de su aparente timidez. Vicente Zabala hacía la competencia al doctor Beltrán. Vicente era hipocondríaco y llevaba en sus bolsillos toda suerte de fármacos que repartía con su sabiduría natural. Llegaba el doctor Beltrán y le preguntaba a Salud: –¿Sigues con jaqueca?– ; y Salud no simulaba. –Estoy como una rosa, doctor, gracias a las pastillas que me ha dado Vicente Zabala–. Llegaron quejas a Manolo Martín-Ferrand, y convocó a Vicente: –Vicente, me dicen que vas por la redacción repartiendo medicinas, y para eso, para recetarlas, está el doctor Beltrán–. Vicente Zabala reconoció los hechos. Al despedirse, Manolo Martín-Ferrand le reveló que dormía mal por las preocupaciones. –Media píldora de Lorazepam todas las noches-, le recomendó Vicente. Llegó el doctor Beltrán y Manolo fue sincero: –Necesito que me firmes una receta de Lorazepam. No duermo bien y Vicente Zabala me lo ha recetado-. Conocida la circunstancia, el doctor pasó junto a Salud, y ésta, con toda seriedad, le dijo. –Creo que te mandan a que hagas la crónica de la tercera de San Isidro–.
Con Antonio Herrero, Salud creció. Se cansó de la radio y se acomodó con Jóse Antonio Segurado, que hizo de puente para que Salud terminara trabajando en el departamento de comunicación de Mario Conde. Y un día se nos escapó a Colombia. Salud era fuerte, más bien «cachas», y en Colombia se estilizó. Dejó de escribir consignas y lo hizo con libertad y con su firma. Triunfó plenamente. Se convirtió en la crítica más valiente del narcoterrorismo de las FARC y tuvo que padecer toda suerte de amenazas, inquietudes y desaires. Pero un amplio sector de los lectores colombianos de «Tiempo» leían sus columnas y sus reportajes con admiración. Encajó mucho mejor con Uribe que con el actual Presidente, al que calificó de tibio e ingenuo con calificativos mucho más duros. Se salvó en numerosas ocasiones por los pelos, adelgazó hasta el modo junquera, y se metió en las selvas de El Tarra para cumplir con su obligación de informadora. En el Santander colombiano, fronterizo con Venezuela, hay más de 30.000 hectáreas de plantaciones de coca. Y según se dice, Salud ha sido secuestrada por los «guerrilleros» del ELN, con los que el Gobierno de Santos no mantiene charlitas en Cuba como hacen sus delegados con los asesinos de las FARC.
Salud se hizo colombiana, aunque mantenga su nacionalidad española. Buscó el riesgo y no dejó de escribir ni decir su verdad. Podría haber elegido la total comodidad y el calor de su familia, pero ella sólo se sentía cómoda con su sinceridad y con el peligro. Enfrentarse al narcotráfico en Islandia es anecdótico. Hacerlo en Colombia, el maravilloso país maltratado por el cinismo occidental, es más problemático. Salud Hernández Mora se doctoró en coraje en Colombia, y es de esperar que vuelva sana y salva a la libertad que le han robado brutalmente. Salud es una gran mujer, y su riesgo es su verdad y su soledad. «Soy de derechas. Muy de derechas», decía en sus primeros pasos. Cuando el periodista Vinader fue detenido por informar con un reportaje a la ETA de un ciudadano que terminó siendo asesinado, la izquierda periodística –como ahora con Alfon o Bódalo– organizó una estúpida y masiva recogida de firmas solicitando su libertad. El papel se lo pusieron a Salud sobre la mesa y su reacción no se hizo esperar. «Os metéis este papel por el culo». Gracias a ella, en Antena-3 fracasó la defensa inconcebible y demagógica de Vinader.
Vuelve, Salud, que necesitamos tu valentía.
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