Julián Redondo
Sangre nueva
Figo está en campaña para suceder a Blatter en la FIFA; Raúl, amigo suyo desde que coincidieron en el Madrid, le apoya. Sangre nueva para el fútbol, necesitado de una catarsis y sobrado de caciques. Figo toma posiciones, Ginola acecha y la bola de nieve que puede arrastrar al veterano Blatter sigue rodando. Las reglas de este deporte son ejemplares y discutibles en contadas excepciones, todas ellas en torno a si es necesario o no aplicar las nuevas tecnologías, no para reglamentarlo sino para juzgarlo. El fútbol funciona en los campos, lo que urge es desatascar las tuberías porque hay olores que resultan insoportables, por eso es menester cambiar de fontanero, sin pausa.
El fútbol no se detiene, cada temporada abre dos veces la ventanilla para renovar planteles; los equipos necesitan sangre nueva, o eso piensan. El Madrid ha fichado a Lucas Silva y Ancelotti piensa alinearle contra la Real Sociedad. El partido es en casa, será más sencillo el debut de este joven brasileño que, sin embargo, no es cuña para Illarramendi. Ancelotti no quiere desprenderse del guipuzcoano, lo ha dicho; también es posible que «Illarra» no haya aceptado vestir del Athletic, por aquello de la fidelidad ciega a la tribu. También ha dicho el entrenador del Madrid que Cristiano se equivocó en Córdoba; en cambio Simeone pasa por alto el hilarante zapatazo de Arda al limbo arbitral. No es de extrañar, por tanto, que Carletto, sangre fría, no sea cliente de los comités sancionadores y sí lo sea el Cholo, sangre caliente, ocho partidos en la grada por su mala cabeza.
Sangre nueva es Mathieu, que ha puesto al descubierto el origen de las diferencias entre Messi y Luis Enrique. A Leo se le «fue la pinza» y discutió con «Lucho». ¿Ha obrado correctamente Mathieu? Sí.
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