Alfonso Ussía

Santa Marta

La Razón
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La Iglesia católica celebra cada 29 de julio la onomástica de Santa Marta. Sabemos que era aramea y magnífica ama de casa, hija de Siro y Eucaria, de buena familia. No conoció hombre y al sentirse al borde de la muerte, rogó a los suyos que le leyeran la Pasión de Cristo. Fue proclamada Santa de la Iglesia por esa insignificancia. En aquellos tiempos la santidad estaba al alcance de cualquiera. San Fruela fue proclamado santo porque al caer de su caballo en pleno galope cuando perseguía a un oso en Somiedo, el oso se apercibió de la caída, y aprovechando que San Fruela se hallaba en el suelo malherido, el oso procedió a degustarlo. Y que San Fruela, en lugar de gritar horrorizado mientras era devorado por el oso, le dijo a éste: «Que aproveche».

Castilla es la mística y Cataluña el comercio. Y hay déficit de santos catalanes. De ahí la urgente conveniencia de elevar a los altares, promovida por el Obispo de Solsona y los 400 sacerdores separatistas a Santa Marta Torrecilla, mártir de Cataluña. Santa Marta Torrecilla se hallaba el 1 de octubre de 2017 entre otros mártires de la independencia, cuando un perverso policía español le «rompio los dedos de una mano, uno a uno, levantó su vestido y para colmo, le tocó las tetas», según relató posteriormente. En estos momentos en los que escribo el hecho acaecido, sollozo con jipidos figurándome su sufrimiento.

Ingresada en un hospital, Santa Marta Torrecilla fue dada de alta inmediatamente. Y ahí está el milagro necesario para alcanzar la santidad y lugar preferente en los altares de las iglesias de Cataluña. El malvado policía español le había fracturado uno a uno los dedos de la mano derecha, impidiendo que introdujera en una urna el voto correspondiente a su derecho a decidir. Y al llegar al hospital, los huesos de sus dedos se habían soldado milagrosamente. Se le detectó una pequeña capsulitis en uno de ellos, y le quitaron el impactante vendaje que amorosamente le colocaron los servicios de urgencia de las CUP. Quedaba pendiente el vestido levantado y el tocamiento de las tetas. Lo del vestido levantado pudo ser consecuencia del forcejeo que mantuvo con las brutales fuerzas policiales del Estado. Y lo del tocamiento de las tetas, por desgracia, no se ha podido demostrar. No obstante, no existe problema al respecto. El Obispo de Solsona, como principal postulador del proceso de beatificación de Santa Marta Torrecilla, preguntado al respecto, ha manifestado que la santidad y el tocamiento de las tetas son perfectamente compatibles. Para fortalecer sus argumentos, ha recordado el proceso de beatificación de Anne Van Huygen, la directora de un colegio universitario holandés, que se enfrentó a un grupo de gamberros violentos en Amsterdam, una noche de invierno, y que en su denuncia en la comisaría del distrito de Manhattan reconoció que uno de ellos le había tocado la teta izquierda. Por ello, el expediente de Santa Marta Torrecilla sigue su curso.

Se ignora la reacción de los monjes del monasterio de Poblet, que se han sumado a la huelga general en Cataluña. Será mañana –por hoy–, cuando comuniquen al Obispo de Solsona su apoyo o discrepancia a la beatificación de Santa Marta Torrecilla. Tengo para mí que van a apoyar el proceso, porque una mano con los cinco dedos rotos que sana en menos de diez minutos, es un milagro de los que no abundan en nuestros días. El dedo con capsulitis no cuenta. Una minucia, un desgraciado contratiempo.

El Obispo de Solsona ya tiene todo dispuesto, y de ser elevada a la santidad Santa Marta Torrecilla, conllevará el patrocinio de la Cataluña independiente y será venerada de esta guisa. «Santa Marta Torrecilla, patrona de los dedos quebrados y de las tetas tocadas».

Me sumo al proceso.