Julián Redondo
¡Se sienten, coño!
Prendió la chispa, alcanzó el barril de pólvora y los cuatro palos del sombrajo saltaron por los aires. En la refriega, un muerto. Cuando en el río o en el anatómico forense hay un cadáver con la etiqueta del fútbol colgada del dedo gordo de un pie, la alarma social se dispara y cunde el pánico. Reuniones de urgencia a tutiplén que desagradan al presidente del fútbol (Villar) porque piensa que sólo sirven para cruzar acusaciones entre los interlocutores y manda a un propio, con voz, con voto y sin argumentos. Mientras las fuerzas vivas desenmarañan la madeja, cuesta comprender si buscan culpables o soluciones. Quizás ambas cosas.
Ultras, fuera. Controles estrictos en las puertas. Cámaras ultrarrápidas que detecten fotones, niveles de colesterol, ácido úrico y transaminasas por si el sujeto ha empinado el codo en los prolegómenos. Sectores del graderío clausurados hasta nueva orden. Peñas disueltas. Los cánticos xenófobos, racistas y obscenos, prohibidos, entone o desentone la coral. Nuevos cargos de seguridad en el «staff» de los clubes. Vigilancia y penas. Y los periodistas, ojito con lo que dicen, que aquí no se mueve nadie, ¡y se sienten, coño!
Es lo que generan las tormentas de ideas cuando las que había buenas trasnocharon antes de practicarlas porque la laxitud pudre. ¡Es que las tertulias deportivas en determinados programas incitan a la violencia! En la educación de cada quien subyace que para defender tus colores no hay que despreciar los del vecino, porque te la juegas. Y el que no obre así se arriesga a que algún mameluco le parta los morros en plena calle o en una gasolinera. ¿Incitan esos programas a la violencia? ¿Más que las tertulias políticas, cuyo contenido afecta a todos los ciudadanos todos los días y no sólo cuando hay partido? ¿Encienden más que redes sociales como Twitter, donde tiparracos asquerosos insultan y amenazan amparados en el anonimato a quienes no piensan igual de mal que ellos? Para empezar y dar ejemplo, estaría bien capturar a los asesinos, que purguen, y demostrar que cada uno de los 88 vándalos identificados en la reyerta pagarán los 60.001 euros de multa propuestos por Antiviolencia. Eso sí que es una buena idea, y un elemento disuasorio.
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