Pedro Narváez

Sexo y rock and roll

La Razón
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Pablo Iglesias irrumpe en la campaña catalana con un kamasutra verbal. En las entrevistas se muestra tenso y a la defensiva, como un púgil con demasiado miedo a la lona, que reza para que no le den en la cara. Cuando se relaja, sin embargo, le ofrece a su público rock and roll y tanto se ilumina su verbo que no hace falta encender los mecheros. Se crece en la marea. Punki con retraso. Para hacer un buen chiste hace falta un elemento inesperado, un pellizco absurdo en una narración corriente. La risa es alérgica a la rutina. Iglesias mezcló en la misma frase sexo, Artur Mas y Enric Juliana, lo que a priori más que un chiste es un drama a poco que la imaginación despegue. Todo a cuenta de la entrevista de Felipe González y de los comentarios sobre su escena de la ducha con Ana Rosa, la única reina a la que no pide la corona. Si acaso la toalla. Dadaísmo puro. No sé si estas actuaciones del club de la comedia arrastran votos, pero nos dejó perplejos cuando dijo, oh yeah, «Vamos a dar látigo a Artur Mas». En la orgía sadomasoquista de estas elecciones el gran líder se enfunda el disfraz de dominátrix con más dominio del espectáculo que cuando coge el sendero de los desahucios y los malnutridos, de los que ya no se habla, como si el sueño populista hubiera derrotado a su pesadilla, que tampoco conviene airear lo que la farsa esconde. Todos se disputan la cabeza de Mas. Si Podemos ha de pactar con la independencia, el primer extranjero será el «president», que se iría con el rabo entre las patas mientras el látigo golpea el suelo. Ni Ángel Cristo.