Lucas Haurie
Sí quieren
Lo vaticinaba hace años, en las destartaladas pistas de San Pablo, uno de los responsables del «boom» del mediofondo sevillano: «Nos tendremos que acostumbrar a que los medallistas españoles a lo largo del siglo XXI se llamen más Mohamed que Antonio». Aunque en los Campeonatos de Europa de Zúrich hayamos celebrado el título de un López y la plata de Borja Vivas, un tío más malagueño que los espetos de sardina, la jornada de hoy en el Letzigrund revelará al gran público a tres atletas de orígenes diversos compitiendo bajo pabellón rojigualda y con grandes opciones de subirse al podio en el estadio de Letzigrund. Ruth Ndumbe, negra como el tizón y gallega como María Pita, intentará paliar en el triple salto la ausencia de su paisana Ana Peleteiro, la prodigiosa júnior de piel tan oscura como ella que anda perdida por la galaxia de la celebridad precoz.
En la final de los 400 metros, la prueba en la que Sandra Myers, madrileña de Kansas, subió a un podio mundialista (Tokio 1991), habrá doble presencia española: una hija de la inmigración que iba para figura del baloncesto y la penúltima joya venida desde Cuba (Joan Lino, Niurka Montalvo, Casañas...), un país donde se forman atletas, pero, por obra y desgracia de un régimen criminal, se destruye a las personas hasta obligarlas a exiliarse en busca del futuro que la dinastía Castro les niega. Estas chicas, más allá del deporte y con independencia del resultado que logren en Zúrich, lanzan un mensaje la mar de sustancioso en estos tiempos centrífugos: son españoles... todos cuantos deseen serlo. Ahí es nada.
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