Alfonso Ussía
Sifones
Crear el mejor museo del mundo de lo que sea tiene mucho mérito. En Noreña, en Asturias vive. Me refiero a Lelo, que así es motejado, don Aurelio Antidio Cuesta, Sifonero Mayor de España, representante, fabricante y arreglador de sifones.
Durante muchos años se recorrió Asturias distribuyendo la cerveza «La Estrella de Gijón» de la familia Riva, compaginando su trabajo con los sifones. Hay personas que coleccionan sellos, otras recopilan cajas de cerillas y Lelo sifones. No le caben. Su colección cuenta con piezas únicas
Y valiosísimas. Por él he sabido que los primeros sifones son del siglo XVIII, ingleses y checoslovacos, y que en España se fabricaron por primera vez en Barcelona, en 1900, último año del siglo XIX, que el siglo XX nació en 1901, como todo el mundo sabe. El Museo del Sifón de don Aurelio no está reunido en un solo local. Tiene 23.000 sifones, repartidos entre Noreña, Gijón y La Pola.
El cronista de Noreña, mi amigo Miguel Ángel Fuente Calleja le ha dedicado un libro. En Noreña y El Berrón se fabrican los mejores chorizos de España, muy pequeños, salchichas regordetas que en la actualidad sólo pueden encontrarse ahí. Y de Noreña son los sabadiegos, los chorizos del sábado, que no me convencen, escrito sea de paso. Con el sabadiego me sucede lo mismo que con el botillo berciano, que sólo su aspecto me provoca llamaradas de ardor. Cela se los zampaba a pares, pero Camilo tenía unas tragaderas muy sanas. Murió sin conseguir que yo probara la lamprea, esa anguila carnívora, gelatinosa y de repugnante aspecto que tanto gusta en Galicia. Los romanos pescaban lampreas en Galicia no con la intención de degustarlas. Las alimentaban en pequeños estanques artificiales con condenados a muerte. Las pirañas amazónicas a su lado, almas de la caridad.
Pero hay que volver al libro de Miguel Ángel Fuente Calleja sobre Lelo y su Museo del Sifón, que algún día se reunirá en Noreña. Asistí, dos meses atrás, a la inauguración de una exposición pictórica. Aperitivo perverso de la Nueva Cocina.
Las camareras que lo servían también estaban avergonzadas. Exagero, pero se ofrecían viandas como «glúteos izquierdos de loros de Papua sobre lecho de lechugas y zanahorias». Según me explicaron, los glúteos de loritos de Papua tienen que ser los izquierdos, porque el dichoso loro, al llegar al nido, lo hace rozando el glúteo derecho en las ramas, y al cabo del tiempo lo presenta tumefacto y asqueroso. Se cuenta en el libro del Museo de Lelo, que el escritor asturiano Víctor Alperi asistió a un acto servido por el equipo de Ferrán Adriá. Y que le ofrecieron unos recipientes con líquidos marrones y amarillos. -¿ Qué es esto?-, preguntó Alperi; el camarero tenía aprendida la lección. – Es una deconstrucción de tortilla española que llamamos «Tortilla del siglo XXI». Se prepara introduciendo en un sifón de doble cápsula una papilla ligera de patata frita y cebolla; y en otro sifón igual, otra papillita de tortilla de huevo a la francesa. Finalmente, se aprieta la válvula de cada sifón, y ya está-. Y Alperi exclamó: «Eso no es una deconstrucción... eso es ¡un “estropiciu!». Hasta para hacer semejante tontería se precisó de sifones.
Lelo nació un 14 de abril, y se le preguntó mucho por la influencia en su vida de aquella fecha. Pero no es republicano: -Si hubiese «nacío» en Londres sería republicano teniendo ahí al «Oreyones» y a Camila, pero naciendo en España, no».
El menú de su boda, para enmarcar. «Entremeses de cabeza de jabalí, jamón de York, croquetes de pollu, canutillos de salchicha, volován de salmón, aceitunes rellenes, y chorizu de Cantimpalos. Sopa de pixin, merluza dorada en dos salses, pollu en su jugu, tarta nupcial, biscuit, vinos blancos y tintos, café y licores. ¿Qué te paez?».
Trabajó incansablemente para los demás y para él. De peón a empresario. Coleccionista de sifones, con más de 23.000 ejemplares, la mejor colección del mundo. En Checoslovaquia, Francia o Inglaterra su colección estaría abierta al público en un museo. Aquí, no. Y su vida lo merece. Es saludable escribir de estas cosas que nos enseñan las virtudes del individualismo español. El de don Aurelio Antidio Cuesta, Lelo, el de Noreña.
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