Bruselas

Sijena

La Razón
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Méndez de Vigo va a ejecutar la orden de un juez que pide devolver los bienes de Sijena que actualmente están en Lérida a sus legítimos propietarios aragoneses. Como se contaba en la sección de Cultura de este periódico el martes, de no hacerlo, el ministro «conseller» podría ser acusado de desobediencia. Ha tardado un día en tomar la decisión desde que se pusiera blanco sobre negro las advertencias del alcalde. Bien está que se ponga fin a este litigio que a su pesar comenzará otro nuevo. Los ladrones creen que una vez con la mercancía en su poder por muchos años ya les corresponde la legítima, como si un santo se la hubiera dejado en herencia. Lo vergonzoso de este asunto es que Gobierno tras Gobierno de la Generalitat hayan desoído a la Justicia porque ellos lo valen. El expolio artístico era bendecido por el católico Junqueras que no debe hacer caso al séptimo mandamiento. No robarás. La élite gobernante catalana ha creído entre sus múltiples ensoñaciones que son virreyes de la Corona de Aragón, un pueblo de segunda que no merece tener no sólo las obras de arte sino parte de su archivo. Para qué quiere un maño tamañas piezas históricas si al cabo son parte de España, una tierra sin auténtica leyenda, más que la negra, y casi sin literatura, que si Cervantes escribía en lengua castellana era porque el pobre charnego al revés le tocó vivir en Madrid y hasta en la batalla de Lepanto, como dicen esos chamanes con títulos de Historia que reclaman para Cataluña al escritor de El Quijote, que estuvo en Barcelona antes de que Colau fuese una unidad de destino en lo espectacular. El fanatismo se enciende con sólo frotar dos piezas de un sarcófago. Algunos aseguraban ayer que era mejor destruir las piezas que entregarlas. Venían a ser como los yihadistas que volaron los budas de Bamiyan o la cuidad de Palmira. Antes bajo el polvo que en manos de los infieles. Nos levantamos con noticias científicas sobre hallazgos de la evolución humana y nos acostamos con la sensación de que nos las cuentan estudiosos de pega si nos atenemos a cómo se comportan los homínidos de última generación, tal que un chimpancé antes de que apareciera el monolito de «2001». Cada vez está más claro que seremos sustituidos por robots y de que se cumplirá la profecía de Stephen Hawking. Los animales que piensan si quiera un minuto en devolver a la nada una pieza de arte, máxima expresión de la sensibilidad bípeda, no tienen cuernos más que en el alma. En apariencia son personas a las que Rajoy si no anda despierto llamaría normales. Ciudadanos que montan fiestas de cumpleaños a sus hijos. De ahí su extrema peligrosidad. Haría falta un blade runner para colegir que son replicantes, creados por una inteligencia superior y que ahora se rebelan porque no pueden ser los amos del mundo. Hágase justicia.