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¡Silencio! Los partidos reflexionan

La Razón
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Los partidos políticos en España están recomponiéndose tras un tiempo de luchas inútiles y desconcierto. Los cuatro principales buscan su afirmación o reubicación en el mapa. Aprovechan este tiempo vacío sin elecciones a la vista para establecer nuevos liderazgos o reafirmar los existentes, fijar posiciones programáticas y señalar la ruta estratégica. Es una reflexión callada, salvo algunas estridencias, que son las que dominan el panorama informativo, y, desde luego, una tarea útil y necesaria. Adivinar hoy lo que está pasando realmente en la vida de los partidos puede ayudar a vislumbrar el futuro que aparece aún cargado de incertidumbre. Observemos, pues, en silencio.

El que más ruido está produciendo es Podemos. Con razón. Han perdido la oportunidad de asaltar el cielo que casi tuvieron al alcance llevados por el viento de la crisis económica. Y tienen que empezar de nuevo. En poco tiempo se han integrado ellos mismos en la élite política, con lo que es cada vez más indefendible el argumento populista de ser los representantes de la gente frente a la casta. Hay una pugna interna por el liderazgo y sus límites. Y, sobre todo, se ventila en la segunda cita de Vista Alegre si Podemos es una fuerza trasversal, un movimiento popular ámplio con vocación de pacto y de poder, o se reduce a la reagrupación de los distintos movimientos comunistas, radicales y nacionalistas de izquierda, empezando por la absorción de IU, y agitando la calle en lugar de trabajar en las instituciones. No son, como se ve, cuestiones menores.

El PSOE, tras el constante declive, acelerado bajo el mandato de Pedro Sánchez, busca desesperadamente un nuevo líder que le conduzca a las verdes praderas de la socialdemocracia y, otra vez, a las puertas del poder. Ardua tarea. La crisis de la socialdemocracia salta a la vista en Europa. Los partidos liberales y conservadores defienden hoy con tanta o más eficacia que la izquierda el Estado de bienestar. Basta observar los pactos de gran calado social que están estableciendo en este comienzo de legislatura socialistas y populares aquí mismo en España. Emparedado entre Podemos y Ciudadanos, el Partido Socialista no tiene fácil ampliar su espacio en el mapa. Y en cuanto al liderazgo, la pugna entre Susana Díaz y Patxi López se ve alterada por el incordio del increíble Sánchez y sus secuaces.

Lo que tiene que aclarar Ciudadanos es qué significa hoy estar en el centro. ¿Un equilibrio inestable y acomodaticio, que lo mismo sirve para un roto que para un descosido? ¿Qué es realmente el partido de Rivera, cuyo liderazgo pocos discuten? ¿Socialdemócrata o liberal-progresista como figuraba en su anterior definición? ¿O más bien liberal-conservador, a juzgar por el sector dominante de sus militantes y de sus votantes, algo lógico en un partido creado de aluvión? La experiencia del pasado indica que amalgamas «centristas» parecidas conducen pronto al fracaso y la disolución. Y la gran pregunta: ¿con vocación de gobierno o de simple bisagra? Del acierto en las respuestas dependerá su supervivencia.

El Partido Popular es, en apariencia, el que presenta menos complicaciones de cara al próximo congreso, a pesar de los avisos de Aznar y sus seguidores, que no comulgan con la confortable actitud acomodaticia de Mariano Rajoy. El liderazgo de éste no está puesto en duda, pero sí quién será el que ocupe el próximo cartel electoral de los populares. Una de las curiosidades menores del congreso es quién ocupará la Secretaría General del partido. La pérdida del voto joven y su desarraigo en Cataluña y el País Vasco son asuntos dignos de reflexión, lo mismo que el gran problema de la desvertebración nacional. Así que también en el PP, que es el que juega con más ventaja, queda tela que cortar.