Muere Thatcher

Sin cuotas, sin complejos, sin miedo

Sin cuotas, sin complejos, sin miedo
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En estos momentos tristes, Lady Margaret Thatcher ha fallecido. Es un acto de justicia reconocer las acciones de gobierno y el legado de la Primera Ministra de Gran Bretaña durante once años. Durante los días y meses venideros todos recordaremos el impulso reformador de sus gobiernos, la innegable autoridad que le permitió recuperar el liderazgo de Gran Bretaña o su claridad a la hora de tomar decisiones. Todos estos méritos, sin duda, eran fruto de la firmeza de sus convicciones.

Margaret Thatcher tiene la inmensa virtud de haber demostrado definitivamente que el éxito en política no es una cuestión de género. Y lo demostró de una manera palmaria, ejerciendo los valores que hacen del político, sea hombre o mujer, alguien en quien la gente pueda confiar. Valores como la fidelidad a los propios principios o la tenacidad a la hora de alcanzar las metas propuestas hicieron de Margaret Thatcher una auténtica líder, no sólo en Gran Bretaña sino en el mundo entero.

Sobre su sentido absolutamente pragmático y realista del ejercicio de gobierno, ella misma dejó dichas frases memorables en las que equiparaba su labor como primera ministra británica en Downing Street con la que cualquier mujer pudiera desempeñar para llevar su casa. Ese canto a las virtudes femeninas en política no estaba exento de ironía. Con él denunciaba también la falta de sentido común que, a su juicio, demostraban a veces los hombres en política, y no sólo hablaba de sus adversarios, sino también de sus partidarios. Pero, ironías aparte, Thatcher sabía muy bien que ser mujer en política tenía un precio mayor que ser hombre. Esa convicción nunca la llevó a conceder credibilidad al sistema de cuotas en los cargos de representación política. Justamente, al contrario, Thatcher estaba plenamente convencida de que eran el mérito, el talento y el esfuerzo las mejores armas de la mujer para romper el techo de cristal en el mundo de la política. Un simple vistazo a los debates que sostuvo con sus oponentes en el Parlamento, afortunadamente accesibles en la página web de la Fundación que lleva su nombre, demuestran su voluntad de hacer política sin complejos, sin escudarse en el hecho de ser mujer para esperar un trato más benévolo de sus rivales. Thatcher, en cuestión de dialéctica, era capaz de llegar al cuerpo a cuerpo con sus oponentes masculinos y salir triunfante. Su gran aportación a la revolución de la mujer del siglo XX fue demostrar que las mujeres tenemos, más que la oportunidad de ser iguales a los hombres, la oportunidad de aventajarlos gracias al talento, al mérito y al esfuerzo sin tener que pagar un precio por ello. Ahí radicaba, para ella, la auténtica oportunidad a la que debemos aspirar las mujeres. En definitiva, Thatcher nos enseñó que frente al resentimiento social y los agravios históricos, lo importante para una mujer es la igualdad de oportunidades. Por eso, quiero rendir un sentido homenaje a Lady Margaret Thatcher, agradecida por el legado de libertad que nos dejó a todos y por la inspiración que supuso para muchas mujeres. Descansa en paz.