María José Navarro

Singuila mingui

Hoy domingo, a mediodía, en un cine de Madrid, se estrena un documental sobre una de esas personas que cambian la vida de muchas. Se llama Juan José Aguirre y vive desde hace más de treinta años en África resistiendo a la malaria, a los arreglos coronarios que han provocado en su corazón los continuos sobresaltos y a la sensación de que en cualquier momento le pueden arrasar todo lo que ha construido allí. Juanjo nació en Córdoba pero a estas alturas se siente de la República Centroafricana, un país sin litoral, rico en uranio, petróleo, oro, diamantes y que sin embargo es el segundo más pobre del mundo. Este misionero Comboniano reside en la zona de Bangassou, donde ha puesto en pie escuelas, dispensarios, quirófanos, maternidades, hospicios, leproserías, pero sobre todo ha dado el primer abrazo y la primera caricia a mucha gente, a la que ya es su gente para lo que le resta de vida. Juanjo no va a abandonar a pesar de la violencia que sufre su pueblo, no va a desfallecer a pesar del acoso, no va a consentir que se carguen todo el pequeño bienestar que tiene su Diócesis y que consiste ni más ni menos que en disfrutar de una paz cogida con alfileres que no tiene el resto del país. Lo ha conseguido Juanjo acercando a los líderes de otras religiones a su causa, invitándoles a sumar, haciendo de la diversidad un proyecto común. Si le dan el Príncipe de Asturias de la Concordia (como piden varias organizaciones importantes) su vida no va a cambiar. Pero seguirá cambiando la de su pueblo y la de todos nosotros, tantos a los que nos hace falta tanta fe descomunal.