El desafío independentista

Soberanista florero

La Razón
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En los próximos relevos del Tribunal Constitucional tendría que incorporarse un boticario. Las declaraciones de Mas, Homs y compañía nos han demostrado que las resoluciones de este tribunal tienen que llevar un folleto con la posología, las contraindicaciones y los efectos secundarios... porque ellos se dan al «pastilleo» y no lo ven. Ni sabían ni entendieron. Han desarrollado con notable coincidencia el concepto de «político florero»: yo no sabía nada, el Constitucional no era claro, todo lo hicieron los voluntarios. Será que últimamente cuando la autoridad se sienta en el banquillo pierde el brío y la responsabilidad. La estrategia de defensa la han armado para que no les caiga la inhabilitación aun a riesgo de quedar como unos tipos que suspenderían un comentario de texto en quinto de la ESO. Es la versión judicial del «dame pan y llámame tonto» y pasacalles de entrada para hacer bulto. A este paso, Artur «el astuto» acabará declarando eso de «yo vine un día a Madrit a pedir financiación, me dieron burundanga y me desperté con el 9N ya montado por los alegres voluntarios». Es una posibilidad. El que quiere volver a dirigir a un pedazo de su pueblo hacia la independencia prometida necesita alguna sustancia para hacerse llevadero. Un poco de «eau de Chamán». Fuera de la magia y la fe, el «procés» canta más que lo del Palau. Ahora, porque durante tiempo tuvimos gobiernos poco melómanos que se conformaban con el apoyo parlamentario de Convergència sin más grallas. Los purines se dejaban para que reverdeciera el oasis catalán. En la era digital sabemos que el hedor ablanda el cartón piedra de las palmeras y que las aguas son fecales por eso han decidido llevar su «desconexión» a lectura única y en un rato convocatoria de referéndum. La idea de modificar el reglamento del Parlament para esquivar controles previos y para evitar el debate es una de las «cacicadas democráticas» más obscenas de la historia reciente. Lo que pasa es que esto les hace bailar el punto de fuga. Ellos que han teorizado la democracia como votar y respetar al Parlamento no pueden ciscarse en alegre fontana sobre la Cámara. Salvo que estén en el estertor. Cuando conviden a expertos en derecho internacional de alguna universidad ignota, no podrán defender que quieren una república catalana sin debate ni control, porque eso se llama de otra manera. Han perdido relato y eso es letal para cualquier «cantamañanas» con ínfulas.