Julián García Candau

Sólo buena imagen

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Paco Jémez había anunciado que su equipo acudía al Santiago Bernabéu sin miedo. El pronóstico, que aventuraba la caída de un rayo en el campo madridista, quedó en simple chispazo. Lo que sí sucedió en ese tiempo fue la caída de un meteorito en la portería vallecana. En doce minutos marcaron el canterano Morata, un brindis al sol de Mourinho para la parroquia, y Sergio Ramos. Éste se ganó dos tarjetas amarillas en un minuto y fue expulsado. El entrenador, para recomponer la zaga, a la que circunstancialmente pasó Essien, recurrió a Albiol para el lateral derecho y ello obligó a prescindir del goleador canterano. En menos de media hora, dos jugadores que celebraron los tantos desaparecieron del césped.

La baja de Ramos permitió a los jugadores rayistas mostrar el buen juego que les ha distinguido en la presente campaña. Se hicieron con el balón más de la cuenta y hasta Kaká tuvo que pegarse unas carreras tremendas tanto en ataque como en defensa. Con un hombre menos, Chori Domínguez y Trashorras tuvieron en sus botas dos grandes oportunidades para batir a Diego López, pero marraron.

Al equipo vallecano le faltó pegada en el área contraria. El Real Madrid trató de salvar los muebles, aunque cedió posesión de la pelota. Con los dos tantos de ventaja aguantó los ataques del Rayo y sumó los tres puntos. Con diez jugadores era más que suficiente para controlar el partido. La mayor presencia rayista en el juego no se tradujo en nada positivo para sus intereses. Salió con la sensación de haber dado buena imagen aunque sin pólvora. Imagen reivindicativa la de Kaká. Merece más minutos después de lo visto ante los rayistas.

Posdata. Pepe volvió donde solía. Cosa de los cables del central portugués.