Alfonso Ussía
Sueldos
Lo escribí en ABC cuando era Presidente del Gobierno Felipe González. El sueldo del Presidente del Gobierno de España es ridículo. Saltarán los demagogos. Se ha demostrado. Llegar a la presidencia del Gobierno es muy difícil, complicado y azaroso. Para hacerlo se precisa de millones de votos. Un asesor, al que no ha votado nadie, puede ingresar el sueldo del Presidente multiplicado por quince. No señalo a nadie, Arriola. Es cierto que a su sueldo hay que añadirle un presupuesto para gastos de representación, en mi opinión, modestísimo. El Rey tampoco sale bien parado. No llega a los 80.000 euros de sueldo base, y sus gastos de representación tampoco alcanzan esa cifra. El justiciero Pablo Iglesias percibe como eurodiputado 18.000 euros más que Rajoy y 26.000 más que el Rey. A su salario, 96.240 euros anuales, hay que añadir lo que cobra por las tertulias y comparecencias en las cadenas de televisión –en algunas de ellas ha cobrado en dinero subsahariano( escribir «negro» en España está prohibido)– y las cantidades que recibe su partido y su productora de Venezuela e Irán. Aseguran sus acólitos que la mitad de sus ingresos los destina a fines sociales. El fin social más beneficiado por el dinero de Iglesias es precisamente su productora, «La Tuerka», que paga a sus trabajadores con sueldos extraordinariamente bajos y también, con dinero subsahariano. Nadie sabe en realidad lo que Venezuela e Irán aportan a Podemos y a «La Tuerka», pero algún día se conocerán las cantidades aproximadas si las investigaciones en marcha no desaceleran su actividad.
Alcaldes, concejales, diputados, senadores, presidentes autonómicos, consejeros y asesores cobran más que el Presidente del Gobierno. Y esa realidad es la constatación de una chapuza. No tiene sentido. Y también los presidentes y consejeros de empresas a instituciones públicas, que las privadas son dueñas de establecer los sueldos y remuneraciones a su antojo y conveniencia. No es concebible en una sociedad moderna semejante cinismo laboral. Jamás nos han informado los sindicatos de los sueldos de sus dirigentes, pero con toda seguridad también serán más altos que el del Presidente del Gobierno. La nómina del Estado es una gamberrada.
En los partidos políticos, que se nutren asimismo de dinero público, las percepciones dinerarias son tan nubladas como laberínticas. Se puede saber aproximadamente lo que ingresa un miembro de la Ejecutiva, pero no se dice lo que gana un asesor nombrado a dedo, y no señalo a nadie, Arriola. En buena parte, la corrupción es consecuencia de las limitaciones salariales de los cargos de alta responsabilidad. La transparencia exigible no se reduce a los sueldos públicos de los políticos y sindicalistas más cualificados. La corrupción se mueve por los estratos intermedios, las asesorías sorprendentes y duraderas, los amiguismos y nepotismos culturales y universitarios. Y la corrupción está instalada, y muy bien tratada familiarmente, en todos los partidos políticos.
No hay mayor decencia en ocultar ingresos o en beneficiar a familiares con cantidades modestas estableciendo comparaciones con corrupciones de mayor cuantía. La corrupción es la misma. Tan corrupto es el que estafa 1.800 euros mensuales como el que se mete en el bolsillo 30.000. La diferencia está en las posibilidades, pero quien se ha dejado corromper por cien euros, no tendrá inconveniente en desviar 100.000 cuando le llegue el turno del poder.
Lo que nadie discute es que el baremo salarial público está mal planteado. Y que pertenece más a la casta quien de la casta percibe más dinero. Y ése no es Rajoy.
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