Tenis

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Sueños de campeón

La Razón
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Es curioso el mundo de los sueños. Alguien que se convirtió en todo un experto en experiencias oníricas, Martin Luther King , soñaba con el día que el bien derrotado venciera al mal triunfante. Ese sueño se hizo realidad hace unas horas en una cancha de tenis durante los Juegos Olímpicos de Río. Pocos pueden conseguir que una derrota tenga un claro sabor a victoria y Rafa Nadal lo hace, recreándose en la sentencia borgiana de que la derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce.

No ha sido Nadal el único en materializarlo pero a él siempre se le ve más, responda o no a un canon de justicia. Fue nuestro abanderado olímpico y también ha sido el alférez del esfuerzo de los demás, de ese espíritu deportivo que bien podríamos aplicar más en la vida y que recalca que lo importante es participar aunque ganar también esté entre nuestras prioridades. En estos Juegos Olímpicos hemos visto mucha dignidad, muchos sueños cumplidos pero también rotos, mucho esfuerzo, mucho coraje , mucha voluntad, y todo ello disimulado entre victorias y derrotas. También estamos viendo lo contrario, aunque en menor medida. Hay un proverbio japonés que asevera que se aprende mucho con la derrota y muy poco con la victoria. El japonés Nishikori, al ver renacer a Nadal como Ave Fénix en la lucha por el bronce, pegó una espantada durante 15 minutos evidenciando que no aprendió nada. Supongo que al tenista nipón se le aparecería el fantasma del revolucionario José de San Martín susurrándole que una derrota peleada vale más que un victoria casual, y por eso salió por piernas.

Rafa es oro en muchas cosas, también en trabajo, en esfuerzo, en intentarlo siempre hasta el final, y por eso le aclamamos como campeón, obtenga o no títulos, que encima los obtiene con la humildad y la sencillez de los grandes. Parafraseando a Amado Nervo, Nadal nos ha hecho vivir mucho porque nos ha hecho soñar mucho. Lo bien que nos vendría a todos que existiera un Nadal, o al menos una suerte de su espíritu, en otras facetas de la vida. ¿Se imaginan un Nadal en la política? Sigamos soñando.