PSOE

Suicidio en «prime time»

La Razón
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La situación del Sr. Pedro Sánchez ya era muy complicada. Su dimisión como secretario general le dejaba fuera de la única plataforma que le proporcionaba alguna esperanza de poder continuar al frente del PSOE y la decisión de impedir unas terceras elecciones le obligaba a salir del Parlamento. Eso sí, lo hacía pensando en la posibilidad de presentarse de nuevo a unas elecciones primarias y no tanto en ser coherente con las posiciones que había defendido. Su campaña tenía como pistoletazo de salida la entrevista en La Sexta, en el programa «Salvados» del Sr. Jordi Évole. Sin embargo, lo que debía ser el principio y la exposición de un relato capaz de ganar adeptos se convirtió en el suicidio político del Sr. Sánchez.

El «yoísmo» genera contradicciones, y eso es un atajo directo para dañarse a sí mismo y, al tiempo, también a la organización. La histórica cultura política del PSOE ha sido la del respeto a los que han sido sus dirigentes, pero esta máxima es de imposible aplicación si no se respetan ellos a sí mismos.

El Sr. Sánchez intentó esbozar una explicación a lo ocurrido: que él es una persona de izquierdas de verdad y le han echado para que no pudiese pactar con la otra izquierda, Podemos, y con los nacionalistas.

Los que conocemos al Sr. Sánchez desde hace más de 20 años podríamos tener la tentación de hacer un repaso de las posiciones conservadoras defendidas durante toda su vida por el ex líder, pero no lo haremos por no evidenciar aún más sus contradicciones. Sin embargo, es necesario analizar algunos temas del pasado inmediato. No es verdad que alguien impidiese un acuerdo con Podemos, como indicó el Sr. Sánchez. Si Podemos no dio su voto al PSOE, en la investidura fallida que provocó las elecciones de junio, fue porque no quiso, porque pudieron más su ambición y su odio al PSOE que su deseo de cambio político.

El Sr. Sánchez no fue investido presidente, sencillamente, porque no había suficiente número de diputados dispuestos a apoyarle por eso, el intento de investidura fue un error estratégico gravísimo.

Después de escuchar al portavoz de ERC, por cierto, nunca un apellido encarnó mejor la personalidad de quien lo lleva, y la posterior ovación de la bancada del Sr. Pablo Iglesias a los insultos hacia los socialistas, es evidente por qué era imposible desde el principio un gobierno alternativo. Nunca permitirían que el PSOE llegase a La Moncloa, ni tampoco el Partido Socialista puede ir de la mano del odio, la insolvencia y la deslealtad con el Estado. Podemos votó «no» al PSOE porque así lo decidió, porque está más cerca del Sr. Rufián que de los socialistas y porque prefiere tomar el Congreso que usarlo para cambiar la vida de la gente.

Su drama no es que 70 diputados sean insuficientes para facilitar un cambio político en España, sino que no sepan qué hacer con esa importante bancada frente a un Gobierno que está en minoría.

El PSOE tiene 85 diputados que pueden ser muy útiles para millones de ciudadanos. La votación de investidura pasó, ahora toca trabajar a todos. Los diputados militantes del PSOE tienen un compromiso con su organización, los independientes deberán valorar si lo siguen teniendo con el Partido Socialista o si desapareció con la salida del Sr. Sánchez.

La entrevista despejó toda incógnita sobre su propio futuro. Ahora llega el momento de reconstruir, primero el relato que la socialdemocracia española debe a sus votantes y, después, los nuevos protagonistas. Los socialistas hemos aprendido que no puede inventarse un liderazgo de donde no lo hay.