Alfonso Ussía
Susto en el Vaticano
No veinte, sino veintiuno, son los siglos cristianos. En más de dos mil años, la Iglesia Católica jamás se había enfrentado a un enemigo tan poderoso. Y hay mucho susto en el Vaticano. No han sabido en la Santa Sede valorar al enemigo. Sobre todo, a dos enemigas, Elena Valenciano y Soraya Rodríguez. Ni Lutero se acerca a ellas. En los catorce años de Gobierno socialista en España, con Felipe González al frente, las relaciones entre España y la Santa Sede fueron cordiales y respetuosas. Lo mismo sucedió en los siete años de Gobierno de Rodríguez Zapatero.La Ley de Libertad Religiosa que ahora quieren aprobar los socialistas en la Oposición, y que significa la ruptura con la Iglesia en el ámbito público, no la aprobó el PSOE en sus etapas de mayoría absoluta. Era un PSOE sin Elena Valenciano y Soraya Rodríguez, un PSOE sin fuerza. Y ahora exigen al Gobierno del Partido Popular su aprobación. Es lógico. El mayor problema que tiene España en estos momentos es la presencia de la Iglesia en los actos oficiales. Elena Valenciano y Soraya Rodríguez se han plantado, han dicho que hasta aquí podíamos llegar, y en el Vaticano están que no les llega la camisa al moaré.
Lo curioso es la sabiduría en la elección de los tiempos. ¿Gobiernos socialistas con mayoría absoluta? Respeto a la Iglesia. ¿Gobierno del Partido Popular con mayoría absoluta? Hay que romper con la Iglesia. No es forma de tratar a un Santo Padre, que al menos, hasta la fecha, parece de izquierdas. Para Elena Valenciano y Soraya Rodríguez, Juan Pablo II y Benedicto XVI, eran dos fachas irredentos. Y ahora que nos llega un Papa políticamente correcto, la pareja se encabrita y se peina con la vieja caspa de su anticlericalismo para tapar sus auténticas vergüenzas y desvergüenzas.
Todo es un disfraz. El PSOE sabe que no va a sacar adelante en el Congreso la ruptura de los acuerdos entre la Iglesia y el Estado. Hay que esconder otras cosas, y como cortina de humo, la iniciativa es positiva a ojos de la militancia no creyente. Sucede que hay militancia creyente, y en ella se ubica Susana Díaz, que es la dirigente socialista de moda, la que ha irrumpido con más fuerza, la que le recortado la barba a Rubalcaba y la que va a terminar, muy probablemente, con el protagonismo futuro de Elena Valenciano y Soraya Rodríguez. Los acuerdos de España con la Santa Sede no son como los de UGT y la Junta de Andalucía, por poner un ejemplo sabroso. Son tratados internacionales, y la denuncia de esos acuerdos no puede hacerla un partido que está en la Oposición. De ahí su petición al Gobierno, que lógicamente rechazará en pleno y de plano.
Después de un Papa que llegó del frío y de la Iglesia perseguida por el comunismo, y de otro Papa teólogo, espiritual, escritor y músico que se sintió humildemente abrumado y dimitió, nos llegó el Papa Francisco, que todavía forma parte de la santidad enigmática. Se ha ganado el corazón de millones de personas, muchas de ellas alejadas de la Fe. Es un Papa sencillo, simpático y de gestos de calle. Cada uno tiene su estilo y el Papa Francisco se caracteriza por su alejamiento de la solemnidad. Puede terminar resultando un defecto, pero hoy por hoy, todo se le perdona, se le aplaude y se le anima. No cabe duda de que entre los últimos representantes de Cristo en la tierra, Francisco es el más cercano a la interpretación del Misterio desde las izquierdas. Y aquí, Elena Valenciano y Soraya Rodríguez, sin enterarse. No van a conseguir nada de nada. Todo responde a la necesidad de ocultar, utilizando incluso a Dios, la herrumbre y la roña de una fracasada mentira.
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