Julián Redondo
Susto o muerte
Malpensado el último. ¿Es casualidad que Mourinho llegue a un acuerdo con el Chelsea para rescindir su contrato –sin eufemismo, le han echado– ahora que Benítez nada contracorriente y con tremendas dificultades para llegar a la orilla? En el Bernabéu, empezando por el presidente, dejó clientela para toda la vida y engatusó al sector más radical, ese que lloraba su adiós y entre hipidos exigía la salida de Casillas. Iker no está, Iker se fue, pero siguen Ramos, Cristiano y Pepe, posiblemente, ni conocidos del entrenador lusitano que suspiraba en Valdebebas por compatibilizar el cargo con el de seleccionador portugués cuando no hacían ruido ni las hojas muertas.
«Special one» o «Special gone» («fugado especial») renunció al finiquito cuando el ambiente en el Madrid era irrespirable y firmó una salida amistosa. En el Chelsea ha sido más espléndido, pues se va a conformar con que le paguen la temporada en curso –unos 18 millones de euros– y perdona el montante final que le correspondería hasta junio del 19 por un valor próximo a los 55 millones. El equipo se despeñaba con él –nueve derrotas en 16 partidos, tantas como en los dos años anteriores– y ha decidido ser generoso con presiones o sin ellas. Condona los 345.000 euros que le corresponderían durante cada una de las 156 semanas que estipulaba el contrato prorrogado este verano. Deja abierta la puerta del Chelsea, otra vez, y como tuvo ese detalle con el Madrid no hay que descartar su regreso. Así que esa mayoría de madridistas que no soporta la caída en picado del señorío, ni renunciar a la Liga antes de cruzar el ecuador, como los capitanes del equipo se encuentra en la encrucijada: ¿susto o muerte? Si las horas de Benítez parecían contadas, la libertad de «Mou» las recorta.
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