Alfonso Merlos

Tacticismo

La Razón
La RazónLa Razón

¡Un lince! Pedro Sánchez ha descubierto cuáles son los verdaderos problemas de los españoles: la Iglesia y Franco. ¡Cuánta sagacidad en una sola reflexión! ¡Qué audacia en la tarea de pulsar las verdaderas sensaciones en la calle! ¡Y qué ingenuos! Porque quizá no pocos de los que nos situamos al otro lado de la militancia o el forofismo socialista debemos confesar nuestro injustificado y equivocado exceso de confianza.

Pensábamos que nos hallábamos ante un nuevo liderazgo en el PSOE. De verdad. Con fuste. Escarmentado. Curado del revanchismo innecesario, del revisionismo histórico a la carta de anteriores legislaturas. Pero no. Al contrario. Con su decisión de volver a poner el foco en las cunetas y en el Valle de los Caídos, el candidato de Ferraz a la presidencia del gobierno se consagra como «Zapatero 3.0».

Dos gotas de agua. La misma apuesta radical por jugar a la ingeniería social. La incapacidad de pasar página. La obsesión por toquetear la obra de la Transición para desequilibrar todo el consenso de una nación entera a favor de la izquierda. Un dirigente que se presenta como moderno pero al que le ha faltado tiempo, metidos de hoz y coz en precampaña, para sacar de paseo las ideas más antiguas. Y para dejar de manifiesto que la crispación y la tensión serán vías para mejorar sus expectativas ante las urnas.

Vuelta la burra al trigo. Sí. Ideología pura y dura. Naturalmente. Pero también tacticismo y cálculos electorales. Porque si los socialistas tuviesen claro que trastear en el sarcófago de Tutankamon para determinar si en efecto fue el último faraón de sangre real de la Dinastía XVIII le diese un puñado de votos o le sirviese para diferenciarse netamente del Partido Popular, no duden que procedería. De inmediato.