María José Navarro

Telefonía, ains

Tengo que sacar un rato y hablar con mi compañía telefónica. Trato de no contestar jamás a su servicio de atención al cliente pero ese servicio se lo monta muy bien despistándome. Ya no llama desde un número con cuatro cifras, no, ahora lo hace camufladamente bajo el aspecto de un particular. Las horas a las que me llama son peregrinas y toca narices. Puede ser por la noche, a la molestísima hora de cenar o aprovecha los fines de semana, sobre todo los sábados en el aperitivo. Se me pone tal lechecica que prefiero no responder para que no lo pague el operador de turno, a veces peruano, a veces colombiano, a veces marroquí. Pero durante las Navidades, me manda mensajes de texto. Me invita a los tours por el Bernabéu, a los partidos del Madrid de fútbol y también a los de baloncesto del Madrid. Además quiere que me desplace a los partidos de Champions de los blancos y me promete todo tipo de diversiones. Los que me conocen saben que a cualquier sitio iría excepto justamente a esos, así que me pregunto por qué mi compañía telefónica, con la que llevo toda mi vida móvil, me conoce tan poco. Lo mejor del caso es que me ha llegado también un aviso de mi compañía de seguro de vida (a la que me obligó el banco cuando firmé la hipoteca), contándome que el seguro dental me va a costar durante 2013 cinco euros con ochenta. Tanto para aceptar como para rechazar (si no te niegas, te lo cobran) tengo que llamar a un teléfono no gratuito. Que no tiro el móvil al río porque seguro que me llega un sms con una multa grandísima.