Podemos

«The show must go on»

La Razón
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Me preguntas por mi espectáculo del fin de semana y no te diré Vistalegre Dos, tampoco Caja Mágica. Soy tan apolítica como melómana, lo sabes. Cualquier puesta en escena se desvanecerá siempre, en mi cabeza, frente a los fastuosos Grammys de Beyonce y Adele. Pero bueno, si hay que bajar al barro político este lunes postparto de congresos, mencionaré a Dolores de Cospedal, ya que hablamos de mujeres ganadoras. Que no nos den gaviota por charrán. Ignoro en qué momento alguien planteó que la número dos del PP no podía compaginar cargos, tal y como lo hicieron sus predecesores Álvarez-Cascos o Arenas (y nadie formuló entonces esa pregunta tácita y maliciosa, ni se llevó las manos a la cabeza entre bambalinas). La señora Cospedal logra seguir en su sitio, por encima de machismos o rivalidades ocultas.

La misma gloria bebe hoy el señor Iglesias. En el lado morado de la vida las pugnas sí se exhiben, con subidones de testosterona incluidos en los platós, en los grandes eventos y me temo que también en la intimidad (ése fue, quizá, el mayor de los problemas). Ya con el motor al ralentí, un lunes de pasión, me pregunto hacia dónde procesionará Podemos. ¿Qué melodía moverá a la mayoría? ¿Virará a la izquierda de la izquierda? Se barruntan varias semanas de penitencias varias, con reacciones de vencedores y vencidos, en puro proceso de reconstrucción. ¿Quién cargará la Cruz nazarena de Errejón y El Silencio de Bescansa? ¿Quién llevará al cielo la Esperanza de Iglesias? ¿Podrán unos y otros escenificar esa unidad que les reclamaron sus bases, desde las gradas? Íñigo Errejón, sé lo que es arrastrar una derrota y sonreírle a la cámara, por mi bien. Ese dolor genuino te hará más fuerte y empático, aunque algunos te alejen de la cúpula del poder. Pablo Iglesias, lo apostaste todo a una carta y ganaste, pero precisas cultivar más humildad para impedir, por ejemplo, que Miguel Urbán emerja como único aglutinador oficial de conciencias en Podemos. Después de tanto, pareja, lo vuestro ha sido nada, nunca seréis González y Guerra. El perdedor relee a José Hierro y medita; el ganador pone su canción de Llach y sueña. Todo se comprende, incluso las traiciones. Juan Soto Viñolo, el alma de Elena Francis, nos ha dejado. Me entero mientras suena fuerte el Corazón Partío de Podemos en el día mundial de la radio... El espectáculo continúa.