Historia

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Todo muy Shakespeare

La Razón
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La hipocresía se ha instaurado en nuestro mundo con tanta fuerza como lo han hecho términos tan artificiales como la posverdad y las llamadas fake news, que por mucho reconocimiento insti-tucional que tengan, siguen sonando a disfraz y a farsa. Y como toda mentira, viene cargada con un gravamen de peligrosidad que, tarde o temprano, nos pasará factura. El postureo es como la felicidad, fingirla eternamente es muy cansado y, al final, se desploma. Pero mientras se derrumba, arrasa con todo y con todos. Cada día cobran más fuerza las palabras que Shakespeare puso en boca de Yago en «Otelo», la reputación es un prejuicio inútil y engañoso, que se adquiere a menudo sin mérito y se pierde sin razón. Ayer, Spielberg reconocía que el acoso sexual en Hollywood era algo que todos sabían pero que veían con el rabillo del ojo. Es cierto. Desde Meryl Streep a Oprah Winfrey lo conocían y seguían haciéndose fotos, sonrientes y abrazadas a los ahora denostados y desterrados. La doble moral está incrustada en el ADN de los Estados Unidos. Cuesta más entender que el resto del mundo, especialmente Europa, se contagie y haga propia esa carga genética. Nuestra democracia y nuestra sociedad tienen más peso –también más carga–, más historia, y era de esperar que tuviéramos más clara la presunción de inocencia, la necesidad de acusar con pruebas y la penalización de la injuria, la calumnia y la difamación. Pero, visto lo visto, sólo lo parecía; simple fachada, pura posverdad, quién sabe si incluso alcanzará la categoría de fake news. Tempus narrabo. La Historia apenas ha cambiado. Marco Tulio Cicerón, por mucho que pensara que su conciencia tenía más peso que la opinión de los demás, también sufrió la posverdad en aquella república romana repleta de contubernios. Tampoco él terminó bien, teniendo en cuenta que fue decapitado por sus rivales políticos. No hemos avanzado mucho; seguimos cortando cabezas y manos y exhibiéndolas en el Foro, como ordenó hacer Marco Antonio con el cadáver de Cicerón, tal y como dictaba la costumbre proceder con los proscritos. Hoy, el Foro son los medios y las redes sociales, con ciegos que no ven pero que miran hacia otro lado, mientras guían al resto. Todo muy Shakespeare.