Julián Redondo

Toque y aviso

Las soluciones de Benzema, las lagunas de Bale y el gatillo de Cristiano definen la actuación de la «BBC» en Basilea. El galés, un pura sangre, de repente no es ni carne ni «pescao»; dubitativo en la posición, se pierde entre el centro del campo y la delantera y es entonces cuando el equipo echa de menos a Modric, y a él, de más; aún así, tiró al larguero. El francés no hace paredes, las dibuja; la sutileza de su toque en corto, de una precisión admirable, lo salpimenta de cuando en cuando con jugadas geniales como la que propició el gol de Ronaldo, que llevaba impregnada en el cuero la firma de Karim. Contra un equipo mejor que el Basilea, a Carlo Ancelotti le habría resultado entre difícil e imposible alcanzar las 15 victorias consecutivas de Muñoz y Mourinho. Al flojear una pieza en el entramado, el 4-3-3 no es ni tan efectivo ni tan sólido como el socorrido 4-4-2, aunque Isco se haya convertido en un magnífico recuperador, faceta que le permite crecer porque su lectura del fútbol es sublime, tanto cuando ataca como cuando defiende.

Con más o menos brillantez, la lógica superioridad e inconvenientes padecimientos, el Madrid arrancó tres puntos en Suiza con Keylor Navas de portero. Infinitamente más fácil le resultó al Atlético deshacerse del Olympiacos en el Calderón y sellar su clasificación para octavos de final. El subcampeón de Europa ha vuelto, impelido por las facilidades que dieron los griegos en defensa; lanzado por el «momento Juanfran», que ha convertido la banda derecha del Atleti, y de la Selección, en una pista de despegue; dirigido por la brújula de Koke y consolidado por la gloria trigoleadora de Mandzukic, que dio un recital de auténtico delantero centro. Benzema toca y el Atlético avisa.