Lucas Haurie
Trabajadoras y mujeres
Las mujeres de la redacción no participarán hoy en ningún estúpido sarao oficialista ni perderán el tiempo lanzando consignas caducas en ninguna manifestación subvencionada: tienen que estar un día más echando leña a la caldera, su único modo de cumplir con quien les paga y de defender un puesto de trabajo que pende de un balance. Es la diferencia entre las que han conseguido la plena integración al mercado laboral con el sudor de su frente y las que han hecho del mujerismo un negocio. No me imagino a ninguna de mis cuatro compañeras renunciando a competir con sus armas de... profesional para consentir convertirse en una cuota como nunca veré a ninguna de estas feministas por interés dejar dispuesto el cierre del periódico en el ínterin entre un traspié con diagnóstico de herida abierta en el cráneo y la llegada de la ambulancia. No es un ejemplo teórico sino un caso verídico como los de Paco Gandía, y tan recientísimo que ahí tengo a la fiera editando este texto sin que le hayan quitado las grapas de la cabeza ni desaparecido por completo la cojera resultante del golpetazo que se dio en la rodilla. Quien tiene vocación, pundonor y amor por las cosas bien hechas jamás se escaquea, así tenga que quedarse una hora jugando al buscaminas sólo para actualizar la clasificación de la Liga. ¿Mujeres trabajadoras? Que no las busque Madame la Conseillère entre las amigotas con las que ha llenado varios edificios y que hoy se ausentarán de sus puestos convenientemente uniformadas en tonos malva. Ésas podrían pedir una excedencia de veinte años.
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