Paloma Pedrero

Tráfico de niñas y mujeres

La Razón
La RazónLa Razón

«Es un problema que lo tenemos en casa», ha advertido nuestro ministro de Sanidad. Sí, claro que sí, no hay lugar del mundo, mientras domine el pensamiento patriarcal, que se libre de esta barbarie contra la mujer. Y hay que decirlo muy alto y muy claro. También comenta nuestro mandatario que sólo la prostitución representa el 0,35 por ciento del PIB, lo que supone cerca de 3.700 millones de euros. Brutal. Y yo me pregunto, ¿por qué se incluye este dinero desdichado e ilícito en el cálculo de un indicador que explica la evolución económica de un país? ¿Será para que éste aumente? No es decente. Ahora, por fin, quieren que los bienes decomisados a explotadores sexuales se destinen a las víctimas, algo que se lleva haciendo años, con lo que sale del tráfico de drogas. Siempre vamos tarde con lo que afecta a la mujer, más aún cuando la mujer es pobre y, por ende, profundamente vulnerable. Mujeres y niñas esclavizadas, en su mayoría engañadas por mafias en sus míseros países de origen, a las que prometieron un trabajo digno, y que viven aquí secuestradas y explotadas por delincuentes en un clima de terror. El Gobierno ha elaborado un plan con cinco ejes: prevención, formación, identificación de las víctimas, persecución del delito y cooperación y coordinación. Salvo la prevención y la educación, lo demás es curar heridas, casi siempre imposibles de curar. Hay que ir al origen, hay que luchar denodadamente para que las niñas y mujeres no sean tratadas nunca como objeto sexual. Luchar contra la desigualdad, la pobreza y el mercadeo salvaje. Y mientras sí, detengan a los malhechores y ayuden a las víctimas. Con esto y mucho más.