Meteorología (el tiempo)
Tragando kilovatios
Hace un frío del carajo, circunstancia invernal que en otro tiempo se habría achacado al calentamiento global, un culpable tan recurrente como la Rusia de los editoriales de la Prensa del Movimiento. Si usted abusa del desodorante de espray, es reo de provocar al mismo tiempo sequía pertinaz o lluvia torrencial, según vengan los anticiclones. Si en verano canta la chicharra y en invierno tosen hasta los caniches, lo ecológico es abanicarse o echarse encima cinco mantas porque el inmarcesible compromiso medioambiental del hombre moderno proscribe el consumo de kilovatios con igual firmeza que el Talmud prohíbe zamparse un morcón. La factura eléctrica de los edificios de la Junta, empero, debe ascender a cimas astronómicas: «La eficiencia en el consumo y buen uso de la energía es indispensable para lograr el modelo energético hacia el que se dirige Andalucía», se lee en el preámbulo de un documento de la Consejería de Empresa y Etcétera que previene sobre la imposición de multas onerosas a aquéllas cuyas sedes carezcan de los certificados de ahorro pertinentes. Pero el contribuyente se asoma hoy a cualquier establo juntero y los paniaguados pacen en manga corta, arrullados por calefacciones que envidiarían en el mismísimo Vladivostok. La semana pasada, un alto cargo levantó sus posaderas del sillón para acudir a un Comité Director y había incubado a una camada de pollitos... En verano, es frecuente ver pasear a pingüinos con bufanda por las dependencias de la Administración, hasta el punto de que el constipado por empacho de frigorías es la primera causa de absentismo entre los empleados del sector público. Los escolares, eso sí, han vuelto a clase tras la Navidad con el pijama debajo de la ropa porque no alumbran más que unos escuálidos radiadores.
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